Elniko Arias lanzó el pasado mes de abril su primer disco, El Barbero, un trabajo producido por el reconcido músico y productor local Juancho Valencia, director de Puerto Candelaria.
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El disco de apenas 18 minutos funciona como punto de encuentro, por un lado entre la calle y la academia, porque Elniko aprendió de la música en la calle, escuchando rap y reguetón, y la academia, que es donde se formó Juancho, uno de los músicos más importantes del país en los últimos tiempos.
Por el otro, entre rap y el reguetón, dos géneros que en la ciudad han sido antónimos desde que se encontraron por primera vez a principios de siglo, pero que en generaciones jóvenes como la de Elniko, parecen ser lo mismo.
Elniko no es el primero que intenta desdibujar la frontera entre rap y reguetón, ya lo intentaron El Tito y Ultrajala, que se juntaron para hacer un álbum, Los Desobedientes, que nunca salió; lo hizo también Doble Porción, pero a quién mejor le salió fue a Crudo Means Raw y ese experimento suyo alimenta hasta hoy el éxito de Feid.
Elniko retoma ese camino para guiar a la nueva generación y nutrir el reguetón local para darle nueva vida. EL COLOMBIANO habló con él.
El Barbero intenta pararse entre el rap y el reguetón, una frontera bien difusa ¿cómo encontró el punto medio?
“El Barbero es un álbum que tiene relatos de la historia del barrio, es una historia personal, es mi forma de ver lo que me rodea, la cuadra, el Doce de Octubre, el parche mío en Castilla, el estudio abajo por la 65. Eso es El Barbero, la realidad de todo eso que me rodea, y es la unión con Juancho Valencia, que viene siendo como la calle y la academia. Es como esa fusión.
Y está esa delgada línea que es como el rap y el reguetón, que normalmente crecimos en la cultura de que si usted es rapero, no es reguetonero, no se pueden combinar, pero yo crecí escuchando a Caña Brava y después de Caña Brava seguía una canción de Julio Voltio y después una Danay Suárez y Héctor El Father, entonces en mi entorno había esos sesgos, pero en mi cabeza duraron muy poco. Y siento que el reguetón de Puerto Rico en ese momento también era muy diferente porque contaba historias, lo que hacía también el rap, solo que el reguetón lo hacía encima de unas pistas que eran más jocosas, más movidas, y más comerciales. El Barbero tiene eso impregnado, tiene ese Nico reguetonero y ese Nico rapero”.
Es su primer disco publicado, su carta de presentación ¿Qué sintió que debía poner ahí? ¿Cómo lo fue construyendo?
“El Barbero es una construcción colectiva. La primera persona que empezó a empalmar El Barbero se llama El Kb (Alex Sánchez), porque yo subía freestyles en las redes sociales y él me decía ‘ey bro, es que son demasiado buenos como para dejarlos solo ahí, deberíamos de hacer un álbum y ponerlos todos’; así se fue armando El Barbero, muy natural”.
Hay un poquito de todo ahí...
“Yo no estaba pensando en otra cosa en ese momento que no fuera a relatar mi realidad, lo que vivían mis ojos y lo que yo experimentaba en el día a día. Esa era la verdad mía en ese momento, ese es El Barbero, todo lo que dice ahí es porque yo lo estaba viviendo en ese momento, o lo estaba pensando, lo estaba sintiendo, entonces por eso digo que El Barbero es una conversación honesta, porque nunca fue como, ‘ey, vamos a escribir sobre esto’; no, siempre fue como en la marcha lo que salía y la inspiración que estaba”.
¿Cómo fue trabajar con Juancho Valencia?
“Cuando Juancho llega por primera vez a escuchar, nosotros ya teníamos la tira de El Barbero, pero era solo la pista. Él empezó a meter vientos, coros, trompeta, saxo y empezó a armar como ese ecosistema musical y nos iba mandando referencias, y nos decía ‘tenemos que llegar a un punto medio donde ustedes se sientan seguros con lo que estoy haciendo y viceversa, para que realmente se sienta una sinergia entre los dos mundos’”.
¿Qué le suma al disco la participación de Juancho Valencia, los músicos, los instrumentos?
“Yo siento que lo vuelve real, lo vuelve aún más honesto, porque al final del día esa es nuestra idiosincrasia, eso es lo que nosotros somos, es la música que nosotros representamos. Fue como unir la calle y la academia, para mí ha sido una experiencia demasiado linda y nutritiva en general”.
En los últimos años casi todos los artistas han hablado del barrio aunque no sean de barrio, ¿cómo quiso hacer esa aproximación?
“Los artistas confunden el barrio con la delincuencia. Yo siempre supe que el barrio era una cosa y la delincuencia era otra cosa. Delincuencia hay en El Poblado y los estratos más altos, y en el barrio también, o sea, eso no es exclusivo del barrio.
El barrio es la señora de la tienda, el fiado, el mandado a la vecina, el vecino que todos los días juega el chance para ver si le cambia la suerte; para mí esa es la realidad del barrio y yo lo que siempre he hecho es representar el barrio, más no otra cosa. Obvio también se vive esa otra parte, uno no puede tapar el sol con un dedo, pero yo siempre me enfoqué en resaltar lo que realmente es la conversación del barrio de todos los días
Yo me crié con mi abuela, mi tía y mi mamá, sin una figura masculina. Mi abuela era muy asentada a la realidad de lo que sucedía, si había un problema o algo que aprender ella me echaba el sermón. Siempre tuve la realidad muy presente, cuando llegó la delincuencia, los combos, mi mamá me decía ‘mijo, a usted acá no le falta nada absolutamente nada, si usted se para allá, es porque quiere, no porque lo necesita, y ya ahí hay una gran diferencia’”.
Esa presencia femenina en su vida está muy presente en su escritura, procura no decir nada que pueda ofenderlas...
“Eso lo he entendido en el proceso porque yo vengo de la escuela del reguetón y me escucho mis temas guaches, no somos santos, uno tiene un ángel y un demonio, ¿me entiendes? Hay días que me siento guache, y hay otros que me siento un señor, más lo que yo represento y lo que le comunico a la gente siempre trato de que sea más sensual que sexual; igual con el barrio, prefiero ser más del barrio que de la pillería, entonces trato como de mediar en esas líneas porque al final del día eso soy yo”.
Es un disco en el que no solo habla de sí mismo, algo que ya no es común...
“Yo creo que mi carrera es una carrera joven, aunque llevo varios años, estoy empezando; entonces, trato de no caer en el desespero de tener que pegar, de hablar de lo que está hablando la con gente para que me pueda funcionar, sino que trato de ser real conmigo mismo y con la audiencia. Esto es lo que a mí me gusta hacer, yo soy feliz haciendo rap y si mi equipo le apuesta a eso yo no le voy a decir que no”.
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