La noticia, una más de las tantas que pasan en este país del Sagrado Corazón. Con envases plásticos de gaseosa, algunos niños del barrio La Dulcera, en Pereira, hacían sus zapatos para no tener que ir descalzos a la escuela. Tiritas de cabuya a lado y lado de una botella de plástico, cortada a la mitad, simulando ser cordones, era el resultado de su ingenio: "O hacía estos zapatos o me tocaba ir descalzo a la escuela", dijo uno de los niños.
Doloroso, diríamos, pero en Colombia pan de cada día. O si no, acuérdense de este nombre: Luis Santiago Lozano, 11 meses de nacido, asesinado vilmente nada más y nada menos que por su padre. Una asunto absurdo. ¿Se les había olvidado? Ahí estuvimos a punta de marchas, manifestaciones, y con el lenguaje más conmovedor lleno de diminutivos: pobrecito el pequeñito, su cuerpecito, en fin. Discuta que discuta si pena de muerte o cadena perpetua. Todo el país habló de lo mismo, racional o visceralmente, el odio genuino salió con todo contra Orlando Pelayo, el padre asesino. Y no nos habíamos dado cuenta de las cosas: según Medicina Legal, en 2007, 71 niños menores de 4 años fueron asesinados, siendo sus padres los principales sospechosos. Pero en Colombia pasan tantas cosas? que llegó nuestra otrora gloriosa Selección Colombia y eclipsó el tema. Eclipsó el tema, así como también eclipsó la muerte de 28 jóvenes de Soacha que aparecieron muertos en Ocaña y que según el Ejército, cayeron en combate.
Ahí viene el punto de esta columna: la indiferencia tan marcada y el importaculismo de los colombianos. Tipos con capacidad para cambiar lo doloroso por lo folclórico y lo festivo. Cambiamos de un lado a otro sin escatimar esfuerzos. Unos dirán, "pues, lo hacemos porque también hay muchas cosas buenas". Válido, pero ¡las malas que pasan son muy malas! Y son razones suficientes para sacudirnos la cabeza de una vez a ver si dejamos de ser indolentes. Miren este comentario que encontré acompañando la noticia de los niños con zapatos de plástico: "deberían patentar la idea y ganar dinero, mucho dinero, imagínese, van a quebrar a las zapaterías...". Y este otro: "Yo estoy dispuesto a ayudar con unas 20 botellas de litro y medio que tengo por ahí de sobra. Eso sí, cabuya no tengo. ¿Díganme dónde se las envió o vienen por ellas? De ahí les salen mínimo unos 50 pares para que chicaneen los pelados". ¿Divertido? Ni en lo más mínimo. Pero típica colombianada.
Y mientras tanto, todo el país feliz porque Bush le pidió otra canción a Andrés Cabas en su concierto en la Casa Blanca durante el día de la colombianidad. ¿Quién se va a acordar dentro de un tiempo de la mamá de Luis Santiago o de los niños de Pereira? Supongo que los autores de los ridículos comentarios no.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6