Desde Rionegro, 'navegando' entre montañas, salió un yate de 45 pies en cama baja hasta Puerto Berrío, en busca del mar Caribe. Allí fue remolcado hacia el río Magdalena y se fue navegando por sus propios medios hasta Cartagena para encontrarse con su dueño, que hace seis meses le dio vida a esta embarcación cuando firmó contrato con la empresa colombiana, NavalCat Internacional.
El cliente, un holandés radicado en Curazao y dueño de un resort, necesitaba un bote para transportar a sus huéspedes y ofrecerles diferentes atracciones como el careteo. Para sorpresa suya, se encontró con una empresa que, si bien está ubicada en el centro de Colombia, en la Zona Franca de Rionegro, se acomodó a todas sus necesidades a un precio competitivo.
Pero ganarse la confianza de los potenciales clientes, para construir embarcaciones que van desde los 500.000 hasta 1,3 millones de dólares, no fue una tarea fácil.
Carolina Álvarez , coordinadora de Mercadeo y Ventas de NavalCat, cuenta que la empresa ha venido desarrollando un trabajo importante para darse a conocer en Estados Unidos, un mercado objetivo que a pesar de tener una alta competencia, es atractivo para esta empresa local gracias a las condiciones de fabricación en Rionegro.
"No es fácil, porque los clientes muchas veces no creen en las empresas colombianas y les da mucha desconfianza una empresa que no conocen, sobre todo, para una compra de esta magnitud. Hay muchos clientes interesados, y tratamos siempre de traerlos aquí a que conozcan la fábrica, para que vean que es algo serio".
Carolina cuenta que incluso los colombianos prefieren comprar en el extranjero, ignorando la capacidad de fabricación que se les ofrece acá.
¿Por qué Rionegro?
Generalmente, este tipo de fábricas se ubican en ciudades costeras, pero a Rionegro llegó NavalCat por la calidad de la mano de obra y por el clima, que es óptimo para el trabajo en fibra de vidrio.
La planta cuenta con 55 trabajadores, la mayoría oriundos de Rionegro, más 13 personas en el área administrativa. Todo el proceso está en manos de estas 68 personas (excepto los motores que se importan de Estados Unidos), que en cuestión de 4 a 8 meses, dependiendo del tamaño de la embarcación, diseñan, construyen y entregan estos bienes de lujo.
Cada yate se fabrica a pedido: a partir de cascos estándar de 46, 50 y 56 pies, el equipo de diseñadores de NavalCat trabaja de la mano del cliente para ajustarse a todas sus necesidades, bien sea para una embarcación de lujo con acabados en madera, o una deportiva que por sus características es más fácil de mantener.
La planta, ubicada en Zona Franca, tiene capacidad para fabricar hasta cinco yates a la vez y su meta es vender uno al mes. De esta manera, una empresa ciento por ciento colombiana incursiona en la producción y venta de bienes de lujo y espera ser un jugador fuerte y atractivo para clientes exigentes.
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