En el ámbito comercial del país, Flamingo se ha consolidado como un actor fundamental, trascendiendo la definición de almacén para convertirse en un cómplice de confianza para sus clientes. Sin embargo, como sucede en toda relación de largo aliento, ha tenido también sus dificultades y pruebas.
Carlos Mario Díez, presidente del Grupo Flamingo, aborda la realidad de los últimos años y reconoce que, en un momento crucial, la intención de avanzar con rapidez trajo retos que los alejaron del centro del negocio: el cliente. Un reconocimiento consciente que los llevó a redireccionar su mensaje: “Se puede volver a creer, volver a encontrarse y volver a confiar”.
Al igual que muchos negocios, factores externos como la pandemia y el subsiguiente impacto en el sector crediticio –un pilar para Flamingo– generaron un distanciamiento. A esto, le continuó la ausencia de marcas tradicionales, un menor flujo en la personalización de la atención y la limitada comodidad para gestionar los pagos.
Hoy la marca da un paso al frente para cerrar esa brecha, invitando a su público a que regrese, a que confíe en la marca que siempre los ha acompañado en diferentes etapas de su vida. “Creemos en las segundas oportunidades. Volver a enamorarse de Flamingo es recordar que juntos hemos sido cómplices de tantas historias, de tantas primeras veces”, dice Carlos Mario.
Escuchar para reconectar
La empresa que, hoy opera con nueve sedes en el país, incluyendo seis en el Valle de Aburrá, y 18 tiendas especializadas “Flamingo Amigo”, se ha tomado el tiempo para autoevaluarse de manera profunda. Su foco se ha centrado en escuchar las dolencias y necesidades de sus clientes, para entender el contexto y marcar una ruta de transformación que hoy es una realidad. El objetivo es claro: recuperar su esencia y seguir siendo un movilizador social.
Y es que, por años, Flamingo ha sido el cómplice que ha facilitado la primera nevera del hogar, la lavadora del que se independiza o la motocicleta para ir al trabajo a quienes, quizás, no cuentan con un historial crediticio amplio, lo que le ha permitido convertirse en un aliado para materializar los sueños. La marca busca reforzar ese rol histórico.
Una nueva etapa
La renovación de la experiencia en tienda y en los canales digitales –página web y WhatsApp– es el punto central de la estrategia. El cliente que visite la tienda notará una experiencia de compra diferente.
· Atención y asesoría personalizada: se amplió el equipo de asesores, todos capacitados para ofrecer una orientación amigable y detallada, priorizando la necesidad real de quien compra.
· Innovación y regreso de marcas: el portafolio se enriqueció con el retorno de marcas tradicionales y preferidas como Patprimo, Koaj y Bata, sumando también opciones para públicos más jóvenes.
· Facilidades financieras ampliadas: manteniendo su sello de pioneros en crédito fácil, la marca simplificó y agilizó los procesos. Un elemento clave es la Tarjeta Mefía que, no solo permite la compra en la tienda, sino que se extiende a establecimientos aliados.
· Más opciones de pago: se optimizó la ampliación de medios de pago para ofrecer mayor flexibilidad y comodidad en las transacciones.
La relación construida por años es el motor de esta renovación. En esta temporada de fin de año, el almacén extiende una invitación: revivir la costumbre de recorrer sus pasillos de tecnología, moda, juguetes y artículos para el hogar. Una oportunidad para encontrar todo lo necesario para la Navidad en un mismo lugar. Volver a Flamingo es regresar al espacio que conoce a sus clientes y que hoy está listo para recibirlo con la calidez de siempre, pero con una promesa de futuro superior.
*Contenido en colaboración con Flamingo.