Solo la apertura de las bolsas de referencia del precio del petróleo (la WTI y el Brent) mostró la gravedad de la situación. El sábado una explosión reivindicada por rebeldes hutíes de Yemen paró la producción de Aramco, la refinería de Arabia Saudí que ostenta el título de la mayor productora de crudo del mundo. Desde entonces, tanto la extracción como la relación entre los países en la región está en crisis.
Tan solo en un día, Aramco puede generar cerca de 11 millones de barriles, más del 10 % de la producción mundial. Y esos ataques a las plantas ubicadas en Abqaiq y Khurais paralizaron el 50 % de la producción de la estatal petrolera. Es decir, detuvo el 5 % de la industria global, en un mundo dependiente del crudo para producir energía y combustible. Además, Arabia Saudí ocupa el segundo lugar en la lista de países con mayores reservas, según el World Factbook de la CIA.
Ese bombazo ahora deja dos graves olas expansivas. La primera, la económica, y es que el precio del crudo cerró con un alza del 14 % ayer, tanto en la referencia Brent como la WTI. Incluso, durante el día rozó los 20 puntos porcentuales en el Brent, amenazando con superar la línea de los 69 dólares barril, una subida estrepitosa al compararla con el cierre del pasado viernes 13 que terminó a la baja: 60,22 en el Brent y 54,85 dólares en la WTI.
La segunda, un asentamiento de la tensión diplomática de la administración de Donald Trump en Estados Unidos con Irán, a quien señala de auspiciar los grupos armados de Yemen, país que libra una guerra interna en la que participan las potencias.
Un barril sin precedentes
Al comienzo de la jornada, el precio del petróleo de la referencia WTI, para entrega en octubre, abrió con un alza del 10,50 % con respecto al registro del pasado viernes, superando los 60 dólares por barril. Por su parte, el Brent abrió con un alza del 10,5 % y el barril, para entrega en noviembre, se cotizaba a 66,56 dólares.
Las cifras subieron para el final del día. La referencia WTI alcanzó una subida del 14,7 %, unos 62,90 dólares barril; el Brent, 14,41 %, es decir, hasta 68,92 dólares. Esto significó la mayor subida en una sesión desde la Guerra del Golfo, en la década del 90.
El jefe del programa de Negocios Internacionales de la Universidad de Medellín, Luis Felipe Jaramillo, lee este hecho como “un campanazo de alerta sobre la vulnerabilidad del principal productor del petróleo del planeta”. Ese rey del oro negro, Arabia Saudí, ya apuntó contra Irán asegurando que las armas que fueron utilizadas para el ataque eran de fabricación de ese país.
Cuando el exministro de Minas de Colombia, Amylkar Acosta, analiza el panorama actual para el crudo, comenta que estos factores “gravitan en el desabastecimiento”. A su juicio, comienza a sentirse un impacto que se traslada a los precios para el consumidor final del combustible, lo que podría llevar a una “alza significativa” en el mundo y, particularmente, en Colombia.
Onda que llega a Colombia
“A menor crecimiento de la economía, menor demanda por crudo”, sentencia Acosta. Esto, en un contexto que ya es adverso, considerando la disputa comercial de Estados Unidos con China y la situación de las demás potencias en el sector. Venezuela, por ejemplo, el país con más reservas del mundo, tiene en crisis a la empresa estatal, Petróleos de Venezuela. Ese país suramericano e Irán, que ocupa el cuarto lugar, tienen sanciones de Estados Unidos en su contra que les dificultan comerciar su crudo.
Y es justamente la National Iranian Oil Company, la empresa pública de ese país dedicada a extraer el hidrocarburo, la que ocupa el cuarto puesto de las compañías que más explotan petróleo. Aramco, la saudí afectada, aún no se ha pronunciado sobre cuánto tiempo tardaría en poner en funcionamiento su planta atacada. Entre tanto, la esperanza de ese país petrolero se centra en los 188 millones de barriles almacenados que guarda como respaldo.
El director de la Asociación Colombiana de Petróleo, Francisco José Lloreda, enfatiza que la industria del crudo y el gas es una a nivel mundial, por eso, lo que ocurre en un país impacta al resto. Lloreda ve un “máximo grado de incertidumbre” en el mercado mundial por cuenta de las tensiones en Medio Oriente protagonizadas por Arabia Saudí, Estados Unidos e Irán.
Hay dos escenarios para este trance. El primero, que los países productores busquen cómo solventar esos 5,7 millones de barriles diarios que por ahora salen de circulación con la crisis en Arabia Saudí. De ser así, el mercado se estabilizaría. Pero, si no ocurre, habría una sensación de escasez que abre campo a que países como Colombia puedan vender el crudo a mayor precio, pero en un contexto de un mercado inestable.
Por eso, para Lloreda es infortunado que “cuando la industria se ha ido estabilizando regresemos a una época de inestabilidad en los precios. Esto, al final, también perjudica a Colombia porque dificulta a los inversionistas nacionales y extranjeros en la toma de decisiones”.
Trance de la diplomacia
Estados Unidos tiene un as bajo la manga. Desde la crisis del petróleo de la década del 70, sumada a las consecuencias de la Segunda Guerra que detonó en una recesión mundial, el país comenzó a engrosar sus depósitos y ahora cuenta con 644,8 millones de barriles en sus reservas, de acuerdo con la Administración de Información Energética . Sin embargo, por ahora ese carburante permanecerá guardado, según confirmó el secretario de Energía de ese país, Rick Perry. Fueron Perry y el secretario de Estado, Mike Pompeo, quienes apuntaron a Irán como culpable de esta situación que tiene en vilo la estabilidad mundial, tanto en el ámbito económico como el bélico.
Un capítulo más en las disputas que suma Washington con Teherán este año, desde la tensión en el estrecho de Ormuz, cuando Irán retuvo buques petroleros de Reino Unido, país aliado de Estados Unidos; pasando por la presunta actividad nuclear de Irán, que desde mayo se retiró de un pacto nuclear que frenaba su producción de Uranio, argumentando que las partes de occidente, entre ellas Washington, no cumplían con sus compromisos, hasta llegar a los hechos de este fin de semana.
Esa disputa data incluso de 2017, cuando Irán probó misiles balísticos en el Estrecho de Ormuz a pesar de la posición de Estados Unidos y su aliado de la región, Israel. De hecho, la semana pasada –y en plena campaña electoral– el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aseguró que Irán estaba realizando una actividad nuclear no declarada.
Justamente, por esa suma de ires y venires en la relación entre ambos, el internacionalista de la Pontificia Universidad Javeriana, Gabriel Jiménez, lee esto como un pico más de la tensión en el Golfo, bajándole el tono a los vientos bélicos.
Hay una mezcla de posiciones. Trump aseguró ayer lunes que no quiere una guerra con Irán, pero que está “mejor preparado” en caso de que surja un conflicto. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ofreció a Arabia Saudí venderle misiles S-400 para su defensa, una referencia de proyectiles que también ha suministrado a Irán.
En medio de ese escenario, el internacionalista de American University, Emilio Viano, vaticina que el costo que podría implicar una eventual guerra en el golfo pérsico afectaría al mercado petrolero y podría tener repercusiones sobre la economía mundial. Un efecto que aún está por verse y que depende de la prudencia de los países implicados y el comportamiento de las bolsas de petróleo.
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millones de barriles diarios salen de circulación con la crisis de Aramco: AFP.