El fuego fue extinguido este martes. O esa por lo menos es la versión oficial de las autoridades ucranianas, que sigue sin convencer del todo a grupos activistas. Después de cerca de diez días de expansión, el Servicio Estatal de Emergencias de Ucrania declaró apagado el incendio forestal que amenazaba con acercarse a la desolada y sellada planta nuclear de Chernóbil, que aún emite altos niveles de radiación.
Así lo aseguró Nikolái Chechetkin, jefe de esa dependencia, en un informe entregado al presidente ucraniano Vladímir Zelenski. Para responder a las voces que manifestaron su preocupación por la posibilidad de que las llamas ocasionaran un nuevo desastre en la denominada “zona de exclusión”, el Gobierno citó en un comunicado la afirmación de Chechetkin: “Ya no hay fuego”.
Y es que una nueva emergencia sería fatal para Europa, en un momento en que todos los sistemas de salud y los esfuerzos económicos están enfocados en mitigar el coronavirus. Según reseña EFE, el jefe de Emergencias de Ucrania aclaró que, aunque ya no hay incendio, los equipos de bomberos necesitarán varios días para extinguir totalmente las brasas después de que el fuego consumiera decenas de hectáreas de bosque.
El Gobierno estima que fueron 500 las toneladas de agua que se vertió sobre el incendio, valiéndose de hidroaviones y helicópteros, lo que impidió que el fuego alcanzara el sarcófago que, después del accidente nuclear de abril de 1986, cubre el cuarto reactor de la central, así como los depósitos con residuos radiactivos y arsenales militares. Además, según señaló el jefe del Departamento de Inspección Ecológica, Yegor Firsov, “la lluvia fue de mucha ayuda para sofocar las llamas” y añadió que los niveles de radiación “están dentro de la norma”.
Activistas dudan
Pero las versiones oficiales no convencen a los grupos de ecologistas, que durante esta semana se dedicaron por su cuenta a cavar trincheras para evitar que las llamas alcanzaran la zona de la central, acota la Agencia EFE.
De hecho, el Consorcio Nuclear Energoatom también puso en duda que los niveles de radiación estuvieran cumpliendo la normatividad correspondiente y alertó que persistía el riesgo, pues el incendio alcanzó a llegar a la deshabitada ciudad de Prípiat, ubicada a menos de dos kilómetros de los depósitos de residuos radiactivos.
La alarma radica en que altas temperaturas como las registradas durante la conflagración multiplicaron los niveles de radiación. De hecho, el pasado 6 de abril, Firsov aseguró en una declaración pública que, a causa de la emergencia, “la radiación subió 16 veces por encima de su nivel normal”, aunque días después salió a retractarse.
“Alto riesgo”
Sin embargo, fuentes consultadas por EL COLOMBIANO divergen sobre el verdadero peligro que el incendio pudo representar para las poblaciones. Ana Kate Hartmann, ingeniera del Karlsruhe Institute of Technology, considera que “el problema son los productos radiactivos que se encuentran en la tierra. Con todos estos años, después del accidente, esos restos fueron quedando cada vez a más profundidad y el incendio hizo que salieran otra vez a la superficie”.
No obstante, acota la investigadora, “después de tantos años, los niveles de radiación de estos restos son más bajos. Incluso, algunos de ellos pueden registrar niveles por debajo de la radiación natural”.
De hecho, el pasado domingo la agencia de fotografía Getty Images divulgó imágenes de varias mediciones de radiación logradas con contadores Geiger en la zona del incendio, en las que se observaban lecturas de 0,32 y 0,34 microsieverts (unidad de medida de la radiación) por hora.
A partir de ese dato, el astrofísico y divulgador científico colombiano Juan Diego Soler comentó que “la medición en la foto es de 0,32, lo que equivale a 2,8 milisieverts por año, mientras que la radiación natural media a la que está expuesta una persona es de 3,0 milisieverts por año. No es el fin del mundo”.
En efecto, el reporte que en 2008 elaboró el Comité para los Efectos de la Radiación Atómica, de las Naciones Unidas, estableció en 3,1 milisieverts la dosis efectiva de radiación que recibe una persona en un año, de los que 2,4 son aportados por el ambiente y, por ejemplo, 0,62 se obtienen por exposición a equipos de radiología médica.
Pero la zona de Chernóbil se ha vuelto de especial preocupación para el gobierno ucraniano pues, según datos oficiales, el pasado agosto alcanzó picos de hasta 75.000 visitantes por mes, atraídos por la serie de televisión que lleva su nombre. Y aunque la cuarentena por coronavirus ha disminuido el flujo de turistas, todavía se advierte la presencia de personas.
El área de exclusión, en la que permanecen residuos nucleares después de la tragedia de 1986, comprende unos 200.000 kilómetros cuadrados en territorio de Ucrania, Bielorrusia y Rusia. Ya en 2017, los servicios de emergencia habían tenido que sofocar una columna de humo que se produjo cerca al reactor nuclear aunque se desconoce si fue producida por el hombre.
500
toneladas de agua se usaron para apagar el fuego: Gobierno de Ucrania.