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Con terremoto revive la pesadilla de México

  • Innumerables expresiones de terror y dolor, como las de hace 32 años, pero también gestos de igual solidaridad, se vieron en el Distrito Federal. FOTO afp
    Innumerables expresiones de terror y dolor, como las de hace 32 años, pero también gestos de igual solidaridad, se vieron en el Distrito Federal. FOTO afp
Infográfico
Con terremoto revive la pesadilla de México

Todos los 19 de septiembre en Ciudad de México, desde 1985, se despierta un viejo trauma de la metrópoli: aquel terremoto que dejó 3.192 muertos. La urbe realiza simulacros de sismo, mientras los medios de comunicación recuerdan esa fecha aciaga en la historia del país. Ayer, por una cruel coincidencia del destino mexicano, el Distrito Federal vivió la misma pesadilla, cuando se cumplían exactamente 32 años de la anterior.

El balance provisional del sismo de ayer, de magnitud 7,1, con epicentro a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan, Morelos, y profundidad de 51 kilómetros, es de 149 muertos. El país está conmocionado, tras apenas intentarse recuperar del terremoto de Chiapas ocurrido el 7 de septiembre (magnitud 8,4).

A Cora Bravo Laborie, periodista del Grupo Imagen, el sismo la sorprendió en la sede de su empresa, un edificio moderno y que no fue afectado, aún así, el temor de todos fue inmediato: “pensamos por un instante que se trataba del simulacro que estaba previsto por la fecha, pero apenas sentimos el terremoto salimos del edificio. Y en poco tiempo nos percatamos que nadie sabía qué hacer. En las calles había gente que caminaba sin rumbo claro, porque los transportes públicos quedaron completamente deshabilitados. Todo el mundo ahora está caminando hacia sus casas, solo hay esa opción”.

Detrás de esa conmoción inicial en la capital, por supuesto, hay mucho de viejos traumas para los mexicanos: “hoy la ciudad hacía simulacros con motivo de ese sismo del 85. Desde esa fecha ha sido siempre como un deja vu cada vez que hay un temblor. Esa vez, mi papá me contó que fue por sectores. En unos sí se sintió fuerte y dejó daños, mientras que en otros no. Mi papá no lo sintió en su casa por la mañana, pero como trabajaba en La Roma, cuando fue allí vio que ese sector estaba devastado. Ahora fue distinto porque sacudió a toda la ciudad, pero veo que la gente está reviviendo esos antiguos traumas”.

Tal como informa Laborie, la urbe más importante de México tiene graves daños tras el nuevo terremoto: en el sur, cerca de la UNAM, a pesar de su fuerte suelo volcánico, hay daños en la universidad, y en Coapa, una de las zonas más golpeadas, se cayeron puentes en Xochimilco, donde los canales se desbordaron; en el centro del DF (Capital) es donde hay mayor daño, con muchos sectores completamente incomunicados, como La Roma y la Colonia del Valle. “Tengo familia allá que no ha respondido”, dijo Laborie.

En suma, para Cora, “el terremoto cogió completamente desprevenida a la ciudad, a pesar de los recuerdos de la fecha y los simulacros que había”.

Un país más resiliente

Pero la capital no fue la más golpeada por el siniestro. El epicentro fue a 70 kilómetros de Ciudad de Puebla, y sorprendió a Mónica Sánchez Kobashi, una funcionaria del Ayuntamiento de esa ciudad, llegando a su apartamento, donde había olvidado las llaves de su automóvil.

“De repente se empezó a mover todo. El edificio de 15 pisos tambaleaba. Los cristales se cayeron. Los cajones de mi casa terminaron todos abiertos. No podía ni siquiera abrir la puerta porque estaba trancada. Me sentí angustiada”, relató.

Aunque estaba muy niña cuando ocurrió el terremoto del 85, y el recuerdo de aquel horror es más la reconstrucción de lo que sus padres le cuentan, el de ayer, dijo con firmeza, es el sismo más fuerte que ella ha sentido. De hecho, cuando pudo evacuar, encontró pedazos de yeso de su edificio en el suelo, mientras en el centro de la ciudad se hablaba de estructuras derrumbadas y muertos.

Las alarmas sísmicas de cada 19 de septiembre y la educación en modelos de evacuación en escuelas, hospitales y todo tipo de instituciones le han servido de lección a su país en las últimas tres décadas, añadió esta funcionaria.

Víctor Manuel Cruz, jefe del Departamento de Sismología de la Universidad Nacional Autónoma de México, lo confirmó. Él, que vivió el terremoto del 85 y estudió el evento con detalle, relató que lo que sucedió entonces fue un desconocimiento del peligro sísmico de la capital, donde los reglamentos de construcción estaban subestimados.

“Evidentemente no estábamos preparados para una tragedia de esa magnitud. Fue la sociedad la que se organizó de manera espontánea para prestar la asistencia humanitaria y entonces el gobierno sintió la responsabilidad por la tragedia y perfiló y mejoró sus sistemas”, explicó.

Las mejoras se evidencian en que el número de víctimas esta vez fue significativamente menor al de hace 32 años. No obstante, hay algo innegable, y es que el suelo sobre el que Ciudad de México se encuentra no es precisamente el más seguro para la construcción antisísmica.

Gustavo Wilches Chaux, un ambientalista experto en desastres y quien se describe a sí mismo como “exalumno del terremoto de Popayán y exalumno del terremoto de Tierradentro, con un postgrado en el terremoto del Eje Cafetero”, afirmó que este tipo de metrópolis se levantaron sobre lagos y humedales disecados, por lo que un movimiento telúrico es de alto riesgo.

De hecho, Bogotá está en las mismas condiciones, y aunque no es una zona de alta amenaza sísmica, las ondas de un terremoto con epicentro en el Pacífico podrían afectarla.

Si bien al cierre de esta edición no estaba completo el reporte de daños por el sismo de ayer, Wilches espera que, como en el 85, esta vez también haya escenas reconfortantes. Entonces, él recuerda haber visto por TV que varios hospitales colapsaron en la capital mexicana por una mezcla de factores naturales y de corrupción, ya que muchos edificios se construyeron sin las normas adecuadas.

No obstante, cuatro días después de aquel 19 de septiembre, rescatistas encontraron vivos a varios neonatos bajo los escombros. “Ellos no eran conscientes de que estaban atrapados, solo luchaban por vivir en medio de la tragedia, y ese fue uno de los mensajes de esperanza más increíbles que yo haya escuchado”.

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