El juez Peter Cahill preguntó doce veces, jurado por jurado, si la sentencia era condenatoria. Sí. Sí. Sí. La afirmación se repitió en el recinto, un poco más de la mitad de las 20 veces que George Floyd rogó respirar durante 8 minutos, según el video que dio a conocer su muerte. De tapabocas, con la mirada fija en el estrado, el expolicía Derek Chauvin escuchó el veredicto, tan impávido como parecía en aquel video de 2020 en el que asfixiaba hasta la muerte a Floyd. En las calles de Minneapolis corrió la esperanza del comienzo de una nueva era.
“Los negros, y las minorías en general, han sido victimizados en este país”, describe Patricio Navia, profesor de estudios liberales de la Universidad de Nueva York. “Han sentido históricamente que la justicia no es pareja. Lo que pasó en esa corte refleja un paso importante hacia una sociedad en la que todos los ciudadanos sean iguales”. Una en la que los tribunales no sean laxos con aquellos que se sientan en el banquillo con la sombra de una placa.
En EE. UU. no existe una base de datos pública que siga la pista de presuntos delitos cometidos por policías en ejercicio, algo criticado duramente por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). La labor ha quedado entonces depositada en la sociedad civil.
El Programa de Justicia Criminal de la Universidad de Bowling Green State, en Ohio, intentó llenar el vacío. Creó una base de datos que se puede consultar online y que enlista a policías acusados de algún delito, diferenciándolos por categoría: asalto, conducción, relaciones con drogas, hurto, homicidio, etc.
Su director, el profesor Philip Stinson, dijo a BBC Mundo que desde 2005, año en que comenzaron el registro, “solo 110 oficiales fueron acusados de asesinato u homicidio resultantes de un tiroteo en servicio”, pese a que desde ese año, 15.000 muertos de ese país estaban relacionados con asuntos que involucran a oficiales. De los 110 acusados, que aparecen en esa base de registros, 35 fueron condenados.
“En EE. UU. hay muy pocas sentencias por violencia policial”, explica Navia, que ha hecho seguimiento al tema.
La condena de Chauvin fue descrita por el presidente Joe Biden como “un paso gigante para la justicia en Estados Unidos”. Y agregó: “Que quede claro que este veredicto es muy poco frecuente. Fue un asesinato a plena luz del día, y le quitó al mundo la venda de los ojos para que viera el racismo sistémico”.
El expolicía fue declarado culpable por tres cargos de homicidio. Si bien los años que pagará en la cárcel se conocerán en ocho semanas, el veredicto fue destacado.
“Tuvieron que converger varios factores de forma extraordinaria”, expresó Biden, entre ellos la movilización social que se desató tras el homicidio. “La mayoría de Policías llevan la chapa con honra”, agregó, “pero los que no pueden cumplir, deben ser hallados como responsables. Y este veredicto lanza ese mensaje”.
El racismo sistémico al que se refiere Biden se retrata en el informe “Violencia policial contra afrodescendientes en Estados Unidos”, publicado por la CIDH en 2018. Allí se denuncia “un patrón reiterado de impunidad en los homicidios de afrodescendientes por parte de la policía”.