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“El dictador Ortega quiere tener al pueblo en sumisión”: hablan los desterrados del régimen de Nicaragua

Max Jerez y Yubrank Suazo fueron excarcelados junto a otros 220 presos políticos de la dictadura nicaragüense que ahora están protegidos en Estados Unidos. Los jóvenes habían sido detenidos hace dos años por protestar.

  • Los expresos políticos excarcelados por la dictadura de Daniel Ortega fueron desterrados a Estados Unidos. FOTO: Cortesía
    Los expresos políticos excarcelados por la dictadura de Daniel Ortega fueron desterrados a Estados Unidos. FOTO: Cortesía
  • Rosario Murillo (vicepresidenta de Nicaragua) y Daniel Ortega (líder de la dictadura) quienes aseguraron que las liberaciones de presos no están buscando que se levanten las sanciones internacionales. FOTO: EFE
    Rosario Murillo (vicepresidenta de Nicaragua) y Daniel Ortega (líder de la dictadura) quienes aseguraron que las liberaciones de presos no están buscando que se levanten las sanciones internacionales. FOTO: EFE
  • Yubrak Suazo (de pañoleta roja) y sus compañeros del movimiento estudiantil al momento de su excarcelación en Nicaragua. FOTO: Cortesía
    Yubrak Suazo (de pañoleta roja) y sus compañeros del movimiento estudiantil al momento de su excarcelación en Nicaragua. FOTO: Cortesía
11 de febrero de 2023
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Están libres, pero desterrados. Excarcelados, sí, pero lejos de su patria, Nicaragua, por la que salieron a protestar en 2018 para pedir la salida de la dictadura de Daniel Ortega del poder, un régimen que hoy es investigado en las cortes internacionales por violaciones a los Derechos Humanos.

Los estudiantes universitarios Max Jerez y Yubrank Suazo fueron detenidos por manifestarse contra el Gobierno y después de casi dos años en la cárcel, en ocasiones en celdas de aislamiento, recuperaron su libertad el miércoles en una excarcelación imprevista de 222 presos políticos efectuada por Ortega.

A Jerez la justicia lo había señalado de los delitos de traición a la patria y menoscabo a la integridad nacional por marchar y dar entrevistas a los medios, y a Suazo lo encarcelaron dos veces señalándolo de terrorismo y conspiración.

La causa de ellos y otros jóvenes, sacerdotes y empresarios nicaragüenses comenzó en 2018 cuando empezaron a movilizarse para reclamar libertad para Nicaragua, elecciones libres y una transición a la democracia. Ese año fue la primera aprehensión de Suazo, a quien con los meses le retornaron sus derechos civiles y volvió a las calles a denunciar los ataques del régimen hasta que volvió a ser detenido en mayo de 2022.

Esa lucha la libró junto a Max y otros compañeros del movimiento Alianza Universitaria Nicaragüense, como el activista Lesther Alemán, pero el régimen Ortega-Murillo terminó apresando a los líderes estudiantiles a cuenta gotas porque en el país centroamericano no se puede protestar, tampoco hacer procesiones o elegir un presidente en libertad.

La encarcelación de Max fue en agosto de 2021, un “secuestro” según denunció su familia. En esos 19 meses de prisión perdió el tiempo de su juventud, a su madre y la posibilidad de pasar los últimos días de su vida junto a ella. Ahora en la libertad del destierro, protegido por Estados Unidos, habla de la vida de los presos políticos de Nicaragua.

“Daniel Ortega no será perpetuo”: Max Jerez

¿Cómo se enteró de que los iban a excarcelar?

“Nunca tuvimos la oportunidad de saber que seríamos liberados. Solo supimos que nos excarcelaban cuando llegamos a las escaleras del avión. Ese fue el único momento en el que supimos que íbamos a otro país”.

¿Les dijeron que se alistaran que los montarían a un bus? ¿O cuál fue la señal que les dieron?

“La única señal fue quitarnos los uniformes y ponernos ropa civil. No hubo más información, simplemente nos asignaron números de buses y cada quien debía buscarlo. Salimos en dirección a un destino que desconocíamos hasta que llegamos al aeropuerto y nos informaron que nos llevaban a Estados Unidos”.

Estamos hablando de una dictadura. ¿Tuvo miedo cuando les pidieron ponerse de civil y montarse a un bus sin rumbo fijo?

“Había mucha incertidumbre, pero conservábamos la esperanza de que se tratara de nuestra liberación”.

¿Por qué?

“Sentimos que había mucha solidaridad nacional e internacional sobre la situación de los presos políticos en la dictadura de Daniel Ortega. Es un tema insostenible desde el punto de vista político y asumíamos que una de las opciones era ser liberados, sin embargo, muchos pensaron que nos estaban trasladando a otro sistema penitenciario. Gracias a Dios esta fue la opción que sucedió”.

¿Con quién estuvo en ese momento?

“Nos agruparon y ahí pude compartir con personas a las que solo les había escuchado la voz en la cárcel porque no había otra forma de comunicarse. Éramos jóvenes, sacerdotes, empresarios, un grupo muy diverso”.

Usted está libre, pero desterrado. ¿Se considera un preso de conciencia?

“No estoy dispuesto a desistir de la lucha por la libertad del pueblo nicaragüense. Voy a seguir sumando esfuerzos para que nuestro país tenga libertad, justicia y democracia. El pueblo nicaragüense necesita encontrar una salida políticamente viable para resolver de una vez por todas estos problemas. No me siento desmoralizado por el hecho de que la dictadura me haya dicho que no tengo derechos como nicaraguüense porque mi patria está en el corazón. Aunque ellos digan que han retirado mis derechos perpetuos, creo que lo único que no va a ser perpetuo en Nicaragua es la dictadura”.

Rosario Murillo (vicepresidenta de Nicaragua) y Daniel Ortega (líder de la dictadura) quienes aseguraron que las liberaciones de presos no están buscando que se levanten las sanciones internacionales. FOTO: EFE
Rosario Murillo (vicepresidenta de Nicaragua) y Daniel Ortega (líder de la dictadura) quienes aseguraron que las liberaciones de presos no están buscando que se levanten las sanciones internacionales. FOTO: EFE

Estamos hablando de una dictadura. ¿En las cárceles ustedes fueron víctimas de tratos crueles, inhumanos, degradantes o tortura?

“Hubo acciones que estaban encaminadas a eso: aislamiento, incomunicación, ni siquiera tener la hora era permitido; había interrogatorios constantes, diarios, a cualquier hora así fuera la madrugada; no podíamos leer o escribir, tampoco ver a los seres queridos. Era un sistema diseñado para hacer daño, para tratarte como un enemigo”.

¿Cómo era la cárcel?

“Pasé un periodo prolongado de aislamiento en el que estuve solo en una celda de castigo durante los primeros dos meses, luego tuve un compañero de celda y después fui trasladado en diferentes ocasiones. La celda de castigo tenía dos metros cuadrados. Solo había dos planchas de concreto con una colchoneta y un inodoro. En su momento era solo un hoyo en el piso en el que uno tenía que hacer sus necesidades”.

¿El procedimiento judicial que se llevó con su caso fue acorde o sus derechos fueron vulnerados?

“Totalmente vulnerados. Nunca hubo un proceso apegado a la ley, a la Constitución, a cualquier tema de Derechos Humanos. Siempre fue una cuestión ilegal, arbitraria y abusiva. Un juicio totalmente amañado, testigos falsos, pruebas falsas, no había ningún tipo de lógica en este proceso más que dictaminar la posición política”.

En estos 19 meses de su detención, ¿qué cree que perdió de su vida, de su juventud?

“Perdí un tiempo valioso, perdí a mi mamá cuando estaba detenido y no pude acompañarla en los últimos días de su vida. Ella se deterioró muy rápido, supe que había sido muy firme, muy valiente al exigir mi liberación dando su testimonio. Cuando ella falleció en septiembre de 2021 no pude acompañarla y nunca fui informado de que había muerto hasta semanas después, cuando se nos permitió hablar con uno de nuestros familiares. Fue un momento muy duro de mi vida porque sentí que no había podido estar allí”.

¿Qué le diría a su mamá si pudiera decirle algo en este momento?

“Le diría que extraño mucho su abrazo”.

Max Jerez y Yubrank Suazo pasaban semanas, a veces hasta dos meses, sin tener contacto con sus abogados y familiares. Por ser líderes del movimiento estudiantil los encerraron en celdas de aislamiento en las que no podían hablar con los otros reos, les daban tres pequeñas raciones de comida al día, una losa de cemento como cama y un hueco en el piso como letrina.

En una cárcel de Nicaragua no se puede leer o escribir, tampoco saber qué hora del día es y en ocasiones ni compartir con el resto de detenidos que están en ese mismo recinto por una causa similar: la movilización social. Y si bien Jerez y Suazo fueron excarcelados, en el país quedan otros 38 presos políticos que están acusados de traicionar a la patria por hacer oposición.

Yubrak Suazo (de pañoleta roja) y sus compañeros del movimiento estudiantil al momento de su excarcelación en Nicaragua. FOTO: Cortesía
Yubrak Suazo (de pañoleta roja) y sus compañeros del movimiento estudiantil al momento de su excarcelación en Nicaragua. FOTO: Cortesía

“Fuimos desterrados, pero ningún régimen puede quitar el amor a la patria”

Ustedes están excarcelados, pero la dictadura de Daniel Ortega les quitó los derechos políticos y civiles. ¿Dejó de ser nicaragüense o su sentir de patria está más vivo que nunca?

“Nosotros no tenemos nacionalidad, fuimos desterrados de nuestra propia patria, pero el sentimiento de amor a Nicaragua, los recuerdos, la familia, eso no puede quitarlo ningún régimen y mucho menos quienes pretendan silenciar la voz de justicia que ha venido alzando el pueblo de Nicaragua”.

¿Su vida corre peligro si sigue luchando por esa causa?

“Los riesgos continúan porque mi familia está allá, en Nicaragua, pero el compromiso de seguir trabajando para conseguir un país en libertad en la que podamos regresar a nuestra patria continúa. Es un reto y debe ser el compromiso de todos nosotros quienes ahora estamos fuera”.

A ustedes los encarcelaban por dar entrevistas, por protestar, y ahora está dando una entrevista. ¿Hablar con medios es un riesgo para sus familias en Nicaragua?

“Ante la realidad que viven los nicaragüenses, dar una declaración, aunque sea en el exilio, conlleva a un riesgo para la familia porque este régimen se ensaña: si no puede perjudicarte directamente a vos, perjudica a las personas más allegadas. Hay que tomar medidas”.

¿En qué momento supo que estaba en libertad?

“Cuando nos hicieron firmar el exilio forzado que nos obligó a salir de nuestro país, de nuestra patria. Ahí entendimos que estábamos desterrados, pero en libertad”.

¿Qué decía ese documento?

“Era escueto. Llevaba el sello de la gobernación, mi nombre escrito a mano y se leía lo siguiente: 'Yo estoy de acuerdo con ratificar el acuerdo de ley y viajar desde el tercer bus'. Ahí había un espacio vacío, no nos decían a dónde íbamos y en la parte inferior había un espacio para la firma del preso”.

¿Qué buscan el dictador Daniel Ortega y su esposa la vicepresidenta Rosario Murillo con su liberación?

“Es un hecho sin precedentes en la historia de nuestro país y una estrategia para buscar un acercamiento con Estados Unidos o la misma Unión Europea con el fin de establecer algún acuerdo para retirar las sanciones”.

Usted desde el exterior le habla a la comunidad internacional. ¿Se puede confiar en Daniel Ortega?

“Ya la comunidad internacional conoce quién es Daniel Ortega. Ellos dentro de su estrategia sabrán cuál puede ser la mejor manera de llegar a un acuerdo político que enrumbe a Nicaragua bajo la senda de la democracia que es lo que nosotros demandamos. Nos quitaron el derecho de elegir, de gozar una verdadera democracia y una libertad plena”.

¿Durante su tiempo de detención fue víctima de violaciones a sus Derechos Humanos?

“Mi captura fue ilegal. Se me sometió a una detención arbitraria, violentaron mis derechos constitucionales y humanos. Ese fue el caso de todos nosotros los expresos políticos, esta fue una constante que ha caracterizado al régimen de Daniel Ortega: avasallar la Constitución y mantenerse por el hecho y no por el derecho”.

¿A usted por qué lo encarcelaron?

“Estuve detenido en 2018 por terrorismo y fui liberado por la ley de amnistía que aprobó el régimen. En esta última ocasión me acusaron de conspiración contra el régimen y de promover noticias falsas. Ellos quieren tener bajo sumisión, terror y pánico al pueblo”.

Estuvo preso, le dieron la libertad y después lo volvieron a secuestrar. ¿Por qué siguió en la lucha?

“Por el amor a mi patria, a mi familia. El amor a vivir en libertad”.

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