Estados Unidos recibe esta semana la Cumbre de las Américas con varias sillas vacías. La determinación de la administración de Joe Biden de no invitar a Cuba, Nicaragua y Venezuela reabrió un viejo debate en la región sobre el manejo de las relaciones diplomáticas con los regímenes cuestionados.
Esa posición quedó en evidencia con los llamados que llegaron desde países como Argentina, Chile y México sobre la inclusión de la administración de Miguel Díaz-Canel en esa cita que, en teoría, convoca a todos los países del continente para debatir sobre una agenda común.
Este año la Casa Blanca busca centrar la discusión en la búsqueda de un pacto regional por la migración, en un contexto protagonizado por las 6 millones de personas que han salido de Venezuela, la movilidad humana en el Triángulo Norte de Centro América y los desplazamientos internacionales de migrantes africanos que cruzan por el continente.
La Cumbre de las Américas se celebra desde este lunes 6 de junio y hasta el viernes 10, contará con la participación de varios presidentes de la región, como Iván Duque, pero también tendrá ausencias como la del mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien no viajará a Los Ángeles por sus diferencias con la lista de invitados.
El evento ha suscitado comentarios desde diferentes frentes. Michael McKinley, exembajador de Estados Unidos en Colombia, aseguró en La W Radio que los países llegan a esta cumbre “con ciertas diferencias que son muy evidentes”,
“El mundo ha cambiado y una posición tajante de un lado u otro ya no corresponde a la realidad geopolítica que vivimos. Estados Unidos sigue con su posición sobre Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero es evidente que el resto de la región no piensa igual. No habrá más cumbres sino se reconoce que en la región hay otra opinión”, afirmó.
La cuestión de si incluir, o no, a Cuba en los eventos regionales ha sido una discusión constante de los últimos años, especialmente desde que Raúl Castro dejó el poder en la isla para entregarlo a su sucesor del Partido Comunista, Miguel Díaz-Canel.
Incluso, en 2012 cuando Colombia fue anfitrión de la Cumbre de las Américas dejó claro que esa edición sería la última en la que no se invitaría a Cuba. Empero, la cuestión del manejo de las relaciones con el gobierno central de la isla sigue siendo el centro de los debates regionales.
“Seguimos debatiendo si las autocracias y dictaduras de América Latina deben estar presentes en una cumbre”, comentó Michael McKinley, para quien es necesarios ver cómo los gobiernos de derecha, izquierda, centro y los populismos pueden conversar sobre los temas de interés en la región.
Estados Unidos ya confirmó que no invitó a Cuba, Nicaragua y Venezuela a la Cumbre de las Américas, argumentando su decisión en la situación de la democracia y Derechos Humanos por la que pasan esos países.