Los primeros nueve días de Donald Trump como mandatario de la potencia norteamericana han sido cuanto menos convulsos, con el magnate manteniendo el estilo populista y radical que caracterizó su campaña y con gobiernos de todo el mundo criticando de frente sus políticas excluyentes.
Asimismo, no se debe dejar a un lado la tenaz oposición interna a sus medidas, tanto de la ciudadanía como de la justicia estadounidense, que el sábado se encargó de frenar –al menos momentáneamente–, su más reciente decreto polémico: el veto temporal al ingreso a EE. UU. de inmigrantes de siete naciones con población musulmana (Irak, Siria, Irán, Sudán, Libia, Somalia y Yemen).
“¡¡¡¡¡¡Victoria!!!!!!”, tuiteó la Unión estadounidense de Libertades Civiles (Aclu), cuyos abogados demandaron ante la justicia al gobierno de Trump para evitar la aplicación del decreto contra los refugiados y migrantes musulmanes, firmado el viernes por el polémico magnate.
La jueza federal Ann Donnelly, ordenó a las autoridades no deportar a ningún ciudadano de los siete países mencionados que posean papeles en regla para ingresar a Estados Unidos. La decisión contravino lo dictado por el Ejecutivo, que había suspendido la acogida de refugiados musulmanes durante 120 días, mientras inicia un sistema “extremo” de verificación de visas.
Lo que ocurrió en Washington no ha impedido la propagación de una ola de temor en las aerolíneas, por lo que decenas de ciudadanos de esas siete naciones han sido vetados en vuelos a EE. UU. desde los aeropuertos de ciudades como El Cairo (Egipto) y Amsterdam (Holanda).