El magnate Donald Trump ya dejó la presidencia de Estados Unidos, pero aún tiene un pendiente de sus días como mandatario: el segundo juicio político en su contra que aprobó la Cámara de Representantes por los cargos de “incitación a la insurrección” tras el asalto al Capitolio, que ocurrió el 6 de enero y fue protagonizado por sus seguidores.
Por este, Trump ahora ostenta dos títulos que ninguno de sus antecesores tuvo: es el único expresidente con dos procesos de impeachment a cuestas y el primero que será juzgado después de dejar la Casa Blanca. El motivo por el que esa providencia continúa es simple: ahora, no solo se trata de sacar a una persona del poder, sino que los demócratas buscan inhabilitarlo para que no pueda volver a aspirar a la presidencia.
El 13 de enero la Cámara de Representantes aprobó el proceso de destitución en su contra. En ese momento, el republicano aún estaba en el poder. Desde entonces la agenda se centró en la investidura de Joe Biden para un nuevo mandato, que comenzó el 20 de enero. Pero los días de simpatía parecen terminar porque este lunes 25 de enero la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, entregará al Senado los cargos contra Trump.
El proceso funciona así. El pleno de la Cámara –que corresponde a la cámara baja del Congreso de Estados Unidos– promovió el inicio de este proceso, que fue aprobado con una votación de 232 legisladores a favor y en el que otros 197 se opusieron. Entre quienes respaldaron la iniciativa contra el entonces mandatario hubo diez legisladores republicanos que se rebelaron contra el líder de su partido.
Pero la instancia que decide es el Senado. Este lunes, cuando Pelosi presente los cargos ante la cámara alta del Congreso, sus cien legisladores comenzarán a definir las reglas de juego para este nuevo juicio político. A partir de ese momento, el Senado se convertirá en un tribunal y sus legisladores harán las veces de jurados, quienes definirán si enjuician o no a Trump por “incitación a la insurrección”.