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Ni Hamas, fuerza desprestigiada en Cisjordania por su radicalismo, ni Fatah, el tradicional grupo político que se ve desgastado para los palestinos por la falta de avances y por la corrupción, encabezan la más reciente escalada de protestas que están llevando a cabo jóvenes en Jerusalén Este y fundamentalmente en la Explanada de las Mezquitas, ubicada en la ciudadela vieja.
Las actuales tensiones surgen de un inconformismo generalizado de la población árabe no solo frente al estancamiento de su situación, viviendo sin soberanía y ocupados, sino por el descrédito frente a sus propios líderes.
“En las últimas semanas ha ocurrido algo trascendental: se ha organizado un liderazgo palestino en Jerusalén, que está aún evolucionando. Es un liderazgo emergente”, explicó a la agencia Efe Ofer Zalzberg, analista del International Crisis Group.
Desde la calle también coinciden los palestinos de a pie, incluyendo los que se acercan a la mezquita de Al Aqsa a rezar todos los días y forman parte de la escalada de tensiones en la región: “Los palestinos de Jerusalén, por primera vez en muchos años, han rechazado obedecer las consignas de las principales facciones (el nacionalista Fatah y el islamista Hamas) y han dejado claro que obedecerían solo las instrucciones de las autoridades religiosas”, coincide un habitante musulmán de la ciudad vieja.
Fue precisamente en la zona más sagrada para judíos y musulmanes que empezó la actual escalada violenta. El pasado 14 de julio dos policías israelíes fueron baleados y asesinados por tres palestinos —que luego fueron dados de baja—, un ataque terrorista que indignó a toda la sociedad en Israel.
Cuatro días después, el Estado judío ordenaba la instalación de detectores de metales en los accesos a la ciudad vieja de Jerusalén, buscando evitar posibles atentados. No obstante, esta medida levantó la indignación del otro lado.
La Autoridad de Dotación Religiosa Islámica (Waqf), administrada por Jordania y encargada de proteger los sitios islámicos en la ciudad vieja, rechazó la medida por considerar que fue implementada por Israel para “crear un precedente y cambiar el histórico status quo de la zona”.
Igual o similar opinión tenían desde entonces los miles de palestinos que se manifestaron en Jerusalén Este y Cisjordania para protestar por la acción israelí. Fueron 12 días de presión y protestas que a pesar de que dejaron cuatro palestinos y tres israelíes muertos, tal como 94 heridos, lograron su cometido: que el gobierno de Benjamin Netanyahu se retractara y retirara los polémicos controles.
“Al Aqsa es la última referencia de Palestina que queda en Jerusalén tras la ocupación (1967), y por ello Israel se ha topado con una reacción popular espontánea al atravesar una línea roja”, dijo el diplomático palestino Xavier Abu Eid al diario El País de España.
Una opinión similar tuvo Víctor de Currea-Lugo, experto en Medio Oriente y docente de la Facultad de Derecho, Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Nacional: “la Explanada de las Mezquitas es el sitio donde precisamente, hace 17 años, comenzó la Segunda Intifada. Es el tercer lugar más sagrado del Islam. Pero en el fondo el problema sigue siendo la ocupación y prueba de ello es que tras la retirada de los controles israelíes las protestas no cesan”.
¿Qué otro factor propició esta respuesta de los palestinos? En diálogo con EL COLOMBIANO, Marcos Peckel, director de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia, dijo: “es posible que se estén fortaleciendo nuevos gurpos al interior de la población palestina, teniendo en cuenta que Fatah y Hamas están muy desgastados. Es claro que en este caso de las protestas hubo cierta incitación por parte de líderes de Hamas. Pero en general se puede afirmar que hay nuevos sectores que no están dentro de las viejas ideas y sus limitantes”.
El imam Julián Zapata, cofundador del Centro Cultural Islámico coincidió, a la vez que explicó el principal motivo de ese desgaste de las dos facciones políticas palestinas: “además del hecho de que el conflicto no se ha resuelto y no se ven salidas, tanto Hamas como Fatah se han venido debilitando fundamentalmente por la corrupción. Este es un asunto extendido por el mundo árabe. Esto es evidente en cómo ninguno de los dos grupos políticos en Palestina puede reconstruir barrios en Gaza y Cisjordania después de ataques. En el Líbano, Hezbollah lo hace con mayor eficiencia. Pero eso es porque allá la plata no se pierde, como en Palestina. Eso hace que los palestinos se sientan frustrados y que busquen nuevos movimientos”.
Pero cruzando al oeste de Jerusalén la situación de corrupción no sería completamente disímil. En la actualidad, además de las tensiones con los palestinos, los principales medios israelíes cubren todo lo referente al escándalo que golpea al gobierno de Benjamin Netanyahu.
Este será procesado, según interpreta la prensa local, después de que un exayudante suyo, Ari Harow, llegara el viernes a un acuerdo para ser testigo en dos investigaciones criminales de las que el gobernante es el principal sospechoso: el primer ministro presuntamente recibió sobornos de benefactores adinerados, y también, supuestamente, negoció con Noni Mozes, dueño del diario más popular de Israel, Yediot, a cambio de coberturas informativas favorables.
Por tanto, las tensiones con los palestinos tomaron a Netanyahu en tal vez el peor momento de política interna por estos escándalos. Rivales políticos como el exprimer ministro Ehud Barak aprovecharon para lanzar críticas contra el mandatario conservador (Likud). El laborista lo señaló de permitir que se disparara la tensión en la Explanada de las Mezquitas para apartar la atención pública de las indagaciones policiales en su contra.
¿Ha debilitado y podría debilitar esta situación política la posición de Israel en la región? ¿o podría generar esto cierta inestabilidad en la zona?
Para Marcos Peckel “Israel es un Estado de Derecho, y uno de los pocos países en el mundo que hasta hace poco tiempo encarceló a un expresidente por un caso de violación a una secretaria (Moshe Katsav), y a un exprimer ministro por corrupción, Ehud Olmert. Eso habla muy bien de la justicia israelí. Obviamente que una posible destitución de Netanyahu podría tener impacto y generar tensiones, pero en el país hay una democracia muy fuerte para sobreponerse a eso”.
El experto agrega que faltan dos años para las próximas elecciones generales en Israel, pero “al tratarse de una democracia parlamentaria, casi nunca en el país el término estipulado se cumple, y normalmente los gobiernos caen por el reacomodo de las fuerzas políticas”.
En opinión del imam Julián Zapata, es esta necesidad de renovación política desde los dos bandos la que podría favorecer la búsqueda de verdaderas salidas para un conflicto estancado y de nunca acabar entre israelíes y palestinos.
“Van a surgir nuevas fuerzas, tanto en el lado israelí como en el palestino, porque los jóvenes se agobiaron, pero además se dieron cuenta que hay que buscar salidas distintas, aunque no sepan cómo. Lo importante es no repetir el mismo problema que ha aquejado la región, que es la ideologización en que terminan cayendo dichos movimientos, y que impide que se pueda resolver la disputa de un territorio sagrado para todos”.
Salsero a ultranza. Volante de salida. San Lázaro me protege antes del cierre. Máster en Periodismo - El Mundo (España). Redactor Internacional - El Colombiano.