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La utopía británica de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), que se trazó desde que ganó el “Salir de la UE” en el referendo de junio de 2016 sobre el Brexit, cambia de mando en el reino británico, y Europa aguarda por conocer el nombre del político que tomará las riendas de la negociación. Un diálogo complejo que se convirtió en el hecho político y nacionalista más importante de Europa en los últimos cinco años.
Significó la cabeza de los primeros ministros David Cameron y Theresa May. Pues bien, hoy se conocerá el nombre del sucesor de esta última, la mujer que en sus tres años de mandato en Downing Street intentó negociar un acuerdo con la UE para la salida del país de este grupo.
Su arreglo no terminó de convencer a los conservadores más exigentes y agotó los diálogos con la comunidad política.
May fracasó en sus intentos. Al finalizar su periodo la primera ministra está asediada por los ultraconvervadores de su partido, aún persiste una UE que se niega a hacer más concesiones en el documento final y deja un país dividido entre si salir o no del grupo. Es en ese contexto en el que presenta este martes su carta de renuncia ante la Reina Isabel II. Con esto, el Partido Conservador eligió este martes a su reemplazo.
Con May fuera de carrera, Boris Johnson y Jeremy Hunt esperaban la decisión de los 160.000 militantes inscritos al partido para designar su reemplazo (ver recuadro). Y es justo eso: un relevo. La colectividad conservadora cuenta con la mayoría en la Cámara de los Comunes –el Parlamento británico– y por ende quien sea la cabeza del partido ostentará el cargo de primer ministro.
Al final, en la mañana de este martes los tories eligieron a Johnson.
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Cambio inevitable
La posición del Reino Unido respecto al Brexit tendrá una vuelta. Entre los conservadores May fue una líder moderada, que apeló por un diálogo con la UE, propender por un documento final que conviniera a ambas partes (un Brexit blando) y salir de la comunidad con un acuerdo.
Pero sus prospectos de sucesores, especialmente Johnson, son todo lo contrario, hacen parte del ala más conservadora del movimiento y en las últimas semanas no han ahorrado palabras al decir que esperan efectuar una salida para el 31 de octubre de este año, sea con o sin acuerdo con la comunidad política. Pretenden, aunque no es claro si lo logren, llevar a un Brexit duro.
Así lo sentenciaron en los debates de estos últimos días. “Necesitamos hacer el Brexit el 31 de octubre. Eso es la que la gente quiere”, dijo Johnson, el exalcalde de Londres, en un encuentro del partido, que se desarrolló el 17 de julio. Hunt, aunque con un poco de mesura, va por la misma línea.
Con Hunt la ruta del Brexit se perfilaba más certera. “Va a ser más fácil llegar a acuerdos con Jeremy, que es un personaje mucho más moderado, que con Boris, que estaba liderando la campaña para salir y no tiene muy buena fama en Europa”, asegura el profesor de Relaciones Internacionales de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Pontificia Bolivariana, Nikolas Beckerman.
Quien gane gobernará a la sombra de lo que hizo, y a la vez no alcanzó, la primera ministra.
May, la líder que no lo logró
Con 62 años May da su último paso en la política con una carta de renuncia ante la Reina Isabel II, que presentará este miércoles en el Palacio de Buckingham. Una vez la monarca británica sea notificada de la renuncia, deberá designar al nuevo jefe del Ejecutivo, que automáticamente será el líder que el Partido Conservador elija hoy.
En sus tres años de gestión, tal como lo aseguró en el discurso de despedida que pronunció el pasado jueves, siempre buscó lo que para ella era “un camino sostenible a largo plazo”: nuevas posibilidades de intercambios comerciales con los países de la comunidad, menos impuestos para importaciones y exportaciones, un plan de acción para Irlanda del Norte y una relación amable con la UE.
Era su deseo, pero pasaba el tiempo, se veía desgastaba y aparecían nuevos obstáculos.
Superó dos mociones de censura, una el 12 de diciembre de 2018 y la otra el 16 de enero de este año. La última fue impulsada por el Partido Laborista, pero la primera surgió desde el ala dura de su propio partido, remarcando las fisuras internas de cuenta de una líder no tan radical como el resto de los conservadores.
Corría el primer semestre de este año y May estaba entre Bruselas y la Cámara de los Comunes. A Bélgica viajaba intentando renegociar, pero cuando llegaba a su país los diputados rechazaban las condiciones del acuerdo. Ya para marzo de este año, cuando acudió al Parlamento a presentar el documento, el desgaste fue más evidente: una afonía le impidió iniciar el debate y ese día tuvo que defenderse con voz ronca ante un grupo de parlamentarios que abucheaban sus palabras.
La discusión siguió y May con dificultad podía sustentar sus posiciones sobre la negociación ante un Partido Laborista y unos políticos conservadores extremos que pocas virtudes le veían al acuerdo. Estaba agotada.
Desde marzo había anunciado que renunciaría después de que se efectuara el Brexit, pero no logró estar en el poder para ese momento que aún no es claro cuándo sucederá. Su partida estaba en una agenda carente de fechas, hasta que llegó el día en el que su voz se quebró pronunciando sus palabras de despedida.
Entonces, al frente de la puerta señalada con el número 10 que marcaba su residencia en Downing Street, rompió en llanto mientras comunicaba su retiro.
Era 24 de mayo y se convertía en la segunda primera ministra en renunciar al cargo a causa del Brexit. “Lo hago sin rencor, pero con gratitud, de haber tenido la oportunidad de servir al país que amo”, dijo, volteó e ingresó a casa que hasta hoy fue su hogar.
En los últimos días, en la cumbre del Grupo de los 20 (G 20), en Osaka, Japón, posó junto a su homólogo ruso, Vladimir Putin, en una fotografía donde las bolsas debajo de sus ojos eran más evidentes que el gris verdoso de su iris.
Theresa May fue la segunda mujer en ese cargo, después de la histórica Margaret Thatcher, quien llevó las riendas del país en tiempos de la Guerra Fría y es recordada como la “Dama de Hierro”. May no estuvo echa de metal, estalló en llanto en una transmisión internacional, su voz se quebró ante el Parlamento y dejó su cargo sin cumplir la promesa que se trazó. Se retira y el Reino Unido sigue en la UE.
Fracasó, pero deja una huella. “Su legado más importante es creer en la institucionalidad, del Parlamento del Reino Unido y de las relaciones con la Unión Europea. Demostrar que la única forma de salir decentemente es a través de la negociación”, afirma la profesora investigadora de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana, Ildiko Szegedy Maszak.
Sin ella Johnson es el más opcionado a ganar. Aún no es primer ministro, pero el Parlamento comienza a actuar como si lo fuera, blindándose del Brexit duro que él traza.
Futuro incierto
El conservador dijo que contempla suspender el Parlamento como una fórmula para facilitar un Brexit sin acuerdo. Entonces, el pasado jueves los legisladores aprobaron una enmienda para quitarle el poder de hacerlo.
Lo político no es lo único inestable. Un informe que presentó la semana pasada la Oficina Británica de Responsabilidad Presupuestaria reveló que el país estaría al borde de una recesión para 2020 si efectúa un Brexit sin acuerdo y sin transición, con una contracción del 2 % del Producto Interno Bruto (PIB), encarecimiento de las importaciones por la depreciación de la libra y la inflación.
La profesora de negocios internacionales de la Universidad de Medellín, Ana María Parente, explica este fenómeno en las afectaciones que tendrían las exportaciones e importaciones al salir del bloque comunitario –en el que hay intercambios libres– el posible desempleo a raíz de la salida de empresas y riesgos en el bienestar económico y social.
El acuerdo que hoy existe no gustaba ni a Boris Johnson ni a Jeremy Hunt, la Unión Europea ya cerró la puerta a más negociaciones y ambos auguran un Brexit para este año. Entonces, con un acuerdo que no gusta y una promesa de campaña, el cerco se cierra.
Y Reino Unido sigue partido a la mitad. De acuerdo con el portal web What UK Thinks, para mayo de 2019 el 42 % de la población apoya dejar Reino Unido, mientras el 44 % respalda mantenerse. El restante 14 % está indeciso
Entre esa fragmentación, hay una lejana posibilidad: que el pueblo se movilice. Así lo ve el profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado, Miguel Martínez, para quien “el obstáculo puede ser que la población proteste o pida elecciones porque el que llega no ha sido un candidato elegido por ellos”.
Mientras ese escenario no llegue, hay tres realidades: una fecha para el Brexit, una ministra que se va y un Boris Johnson que llega al poder.