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Las teorías conspirativas funcionan. No solamente como señuelo, sino como instrumento político. Y si alguien todavía se pregunta acerca de cuáles son las consecuencias de la utilización de mentiras para incitar al terrorismo, simplemente debe contemplar los horrendos ataques del viernes 7 de abril, donde dos hermanas israelíes de 15 y 20 años –y su madre Lucy– fueron asesinadas a tiros por terroristas, cuando viajaban en su auto en el Valle del Jordán. Esa misma noche, en un atentado en el malecón de Tel Aviv, murió un turista italiano de 35 años, quien había llegado a Israel para festejar la Semana Santa.
Además, siete turistas de Italia y el Reino Unido fueron heridos en el mismo atentado.
La incitación por parte de Hamás y otras fuentes palestinas pueden tener consecuencias que van mucho más allá de la trágica pérdida de estas vidas inocentes. Este fenómeno es más evidente en Jerusalén, específicamente en relación con el Monte del Templo, donde se erigieron el primer y segundo Gran Templo; y posteriormente se construyeron el Domo de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa.
Durante más de un siglo han sido utilizado acusaciones infundadas alusivas al Monte del Templo como pretexto para desencadenar la violencia antijudía, comenzando por el Muftí de Jerusalén en la década del 20 acerca de que la mezquita de Al-Aqsa estaba en peligro. Desde entonces, los dirigentes palestinos y figuras religiosas han fabricado amenazas contra la mezquita, a fin de incitar al terrorismo, inspirar levantamientos y lograr objetivos políticos.
Este modelo de conducta ha vuelto a asomar su fea cabeza. El martes 4 de abril, en la noche previa al inicio de la festividad judía de Pesaj, activistas de Hamás y sus adeptos se atrincheraron dentro de la mezquita de Al-Aqsa. Armados con fuegos artificiales y elementos contundentes –como piedras pesadas– obligaron a la Policía a reaccionar, con el fin de evitar ataques contra los fieles judíos en el Muro de los Lamentos y permitir que los pacíficos fieles musulmanes elevaran sus plegarias en la mezquita.
Con la excusa de que Al-Aqsa estaba en peligro, Hamás lanzó 34 cohetes el 6 de abril desde el Líbano al norte de Israel. En respuesta al lanzamiento de cohetes, las Fuerzas de Defensa de Israel atacaron mesuradamente instalaciones militares de Hamás en el Líbano y en la Franja de Gaza. Pero el mismo día de los atentados terroristas en el Valle del Jordán y Tel Aviv, Hamás decidió lanzar desde Gaza cohetes contra civiles israelíes que residen en el sur del país.
En los últimos años se ha observado otro componente de la incitación relacionada con Al-Aqsa, que tiene como propósito poner fin a las visitas de los judíos a su sitio más sagrado: el Monte del Templo. Las estadísticas que comparan ambas poblaciones son inequívocas. El año pasado, aproximadamente 1’250.000 musulmanes ingresaron al Monte del Templo para practicar su culto durante el mes del Ramadán. Se calcula, mientras se conocen las cifras oficiales, que ese número aumentó considerablemente este año. En contraste, durante la festividad de Pesaj, 3.000 judíos visitaron el Monte del Templo durante toda la semana, mientras más de 100.000 fieles musulmanes asistieron al rezo un solo viernes del Ramadán.
Las restricciones impuestas a los visitantes judíos y a otros no musulmanes, como que los judíos no pueden rezar en el Monte del Templo, derivan de una decisión adoptada por Israel tras la reunificación de Jerusalén, en 1967, para mantener el Statu Quo en el Monte del Templo. El respeto de Israel por las creencias musulmanas es coherente con el compromiso del Estado judío de salvaguardar los sitios sagrados de todas las religiones y mantener la libertad de culto.
Hamás maneja provocaciones violentas que se programan para aprovechar el sensible periodo del Ramadán. Estos actos son principalmente impulsados por su agenda política, son parte de una estrategia calculada. Dicha estrategia ha demostrado ser exitosa, beneficiando a los extremistas, tanto interna como internacionalmente, en los medios y algunos círculos políticos.
Lo único que Israel desea es que la calma sea mantenida en beneficio de todos aquellos que desean vivir y rezar en paz.