ANÁLISIS
Keiko es un futuro incierto para el país
Paolo Sosa
Politólogo e investigador Instituto de Estudios Peruanos
Contrario a lo que se había debatido en la primera vuelta, con grandes temas, en estas últimas semanas la campaña se ha caracterizado por una ausencia de planteamientos programáticos y una discusión de fondo sobre el país. No hay cuestionamiento abierto sobre el modelo económico, o las políticas sociales que debería tener el próximo gobierno, etc. Se habla en parcelas muy puntuales de la sociedad, porque así ha sido la estrategia de Keiko Fujimori. Esta trata de ofrecer cosas muy puntuales a determinados sectores. Por ejemplo, beneficios a la Policía Nacional, a sindicatos de construcción civil, mineros informales e incluso ilegales, etc. Más allá de eso no hay una discusión profunda sobre cuál será el próximo gobierno.
Pero además hay un elemento muy importante que sale a relucir y es muy similar al ocurrido en la campaña del 2011: esta división del electorado por el respeto a las instituciones. Fujimori representa una amenaza fuerte sobre eso, y ha generado una polemización importante en la sociedad. Lo que se vota hoy, por lo tanto, es precisamente cuál es la valoración que tiene la gente sobre este problema: el peligro y el temor que genera en los peruanos el regreso del autoritarismo de los años noventa.
Dos factores han influido para que esa sea la pregunta a responder hoy: el fujimorismo ha trabajado mucho desde su derrota en 2011, mientras que los sectores rivales se han quedado dormidos, no vinieron a hacer campaña sino hasta hace pocos meses, subestimando el arraigo popular que tiene el fujimorismo, creyendo que solo representa lo malo. Hay que reconocer que este trabajó desde las regiones y los liderazgos locales.
¿Qué haría un gobierno fujimorista? Tal como fue la campaña, no está claro cómo será un mandato así, y creo que el Perú quedará sumido en incertidumbre.