Mientras Reino Unido guardaba luto por la muerte del príncipe Felipe de Edimburgo –esposo de la reina Isabel II– y se confinaba por cuenta del covid-19, el primer ministro de ese país andaba de parranda.
En por lo menos catorce ocasiones entre 2020 y 2021, filtraciones de imágenes, vídeos y correos a la prensa confirman lo que Boric Johnson ha intentado negar a toda costa: que hubo fiestas en las que él y sus invitados compartieron licor y comida hasta el amanecer.
Pese a que el primer ministro de Reino Unido y su equipo se han encargado de asegurar que se trataba de “reuniones de trabajo”, Boric se vio obligado a reconocer como legítimas dos fiestas de abril de 2021 en las que estuvieron más de 30 personas y hubo licor y baile desconociendo las medidas que él mismo había autorizado para contener la pandemia, y el luto nacional decretado por la muerte del príncipe en abril de 2021.
De hecho, justo un día antes de que la reina asistiera al funeral de su esposo completamente sola por las medidas de restricción se conoció que el primer ministro celebró con vinos y queso, violando todas las normas de bioseguridad que, para ese momento, impedían reuniones sociales en interiores. “Pensé que era un evento de trabajo y me arrepiento. Me arrepiento mucho”, justificó el mandatario días después de que estallara el escándalo.
Pero esa cantidad de eventos no solo le han costado una de sus peores crisis de popularidad, sino que han puesto a tambalear su cargo como mandatario de los británicos.
El pedido de dimitir
En sus más de tres años en el cargo, Boric Johnson ha sabido sortear sus desaciertos con la prensa y con la opinión pública gracias a su habilidad para manejar la crisis, pero las condiciones han cambiado por dos factores fundamentales.
La primera es el contexto económico de Reino Unido hoy. “La recuperación de la pandemia no ha ido también como la de los vecinos europeos, en buena medida porque ya comienzan a notarse los efectos negativos en la economía de haber dejado la Unión Europea y el creciente descontento popular lo afecta”, explica el PhD Juan Fernando Palacio, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Pontificia Bolivariana.
La segunda –y quizás la más preocupante– es la de su crisis reputacional por desacatar las medidas anticovid que él mismo impuso y le han restado apoyo incluso de los mismos conservadores que le ayudaron a subir.
Lo cierto es que, pese a que en otros países el escándalo podría pasar desapercibido, “las instituciones de los británicos son muy fuertes y consolidadas y, por lo general, los habitantes de Reino Unido son muy estrictos y apegados a ellas”, como analiza el experto en relaciones internacionales, Luis Fernando Vargas.
Por eso, hasta los legisladores conservadores –aliados políticos de Boric– le han pedido que dimita. El diputado conservador David Davis, por ejemplo, hizo duras críticas a Boris argumentando que esperaba que los dirigente políticos “asumieran las responsabilidades por las acciones que realizan”, y que él “hizo lo contrario de eso”.
Como era de esperarse, el líder de la oposición, Keir Starmer, también arremetió contra Jonhson durante la sesión de control de este miércoles en la Cámara de los Comunes –que es como el Congreso de ese país– asegurando que el primer ministro tenía que renunciar y que ninguna de sus “ridículas excusas” era válida.
En todo caso, la resaca de Boris por asistir a esas fiestas en Downing Street podría ser la más dura de su carrera, pues podría costarle el cargo por el que luchó desde su paso por la Alcaldía de Londres. Por ahora, el primer ministro respondió que no renunciará, pero que espera los resultados de la investigación que se lleva en su contra para tomar una decisión final.
Sobre esa posibilidad de que se presente un relevo en el cargo, Vargas y Palacio coincidieron en que es temprano para llegar a conclusiones. “No quiero especular sobre si esta vez es suficiente presión o no para que haya cambio de gobierno (difícil saber), pero es claro que está perdiendo cada vez más gobernabilidad y apoyo público”, dijo Palacio