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En medio de las crecientes tensiones con Estados Unidos y Europa, el gobierno de Vladimir Putin siguió afianzando sus relaciones con gobernantes de izquierda en América Latina, y le envió un robusto equipamiento militar al Ejército de Nicaragua, argumentando que se trata de una medida con fines “humanitarios”.
La donación bélica fue confirmada por el Ministerio de Defensa ruso, que argumentó que este tipo de cooperación técnico-militar con países de América Latina, que en este caso están al mando de regímenes autoritarios como el de Daniel Ortega, tienen como objetivo principal desarrollar y fortalecer las relaciones en el campo de la defensa.
“En interés de la parte nicaragüense, el Departamento de Defensa de Rusia ha entregado muestras de ingeniería modernizadas y equipos especiales para unidades de ingeniería, que, entre otras cosas, afrontan tareas humanitarias para brindar asistencia a la población civil en situaciones de emergencia”, detalló el Mindefensa ruso en un comunicado.
Además, el gobierno de Vladimir Putin señaló que busca aumentar el nivel de seguridad nacional y la capacidad de defensa de ambos Estados, con lo que aprovechó para enrostrarle a Estados Unidos que Nicaragua juega un papel como “socio estratégico de Rusia en la región”.
Y es que desde que comenzó la guerra en Ucrania, tras la invasión de las fuerzas rusas, Ortega ha dejado clara su postura a favor de Rusia, a diferencia de Estados Unidos y Europa, que decidieron adoptar una postura del lado de Kiev. Y en este grupo de naciones latinas aliadas de Putin también están Venezuela, que sigue bajo el mando de Nicolás Maduro, y Bolivia, que gobierna el izquierdista Luis Arce.
Además, a esta alianza de países de izquierda con el gobierno ruso se suma la dictadura cubana, representada por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, quien está estrechamente vinculada a Moscú.
Esta donación de equipamiento militar y “humanitario” se dio un mes después de que el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, se reunió con Ortega en Nicaragua, en un encuentro que se enmarcó dentro de la visita del diplomático ruso a otras naciones latinoamericanas como Cuba.
En medio de estas donaciones rusas, el régimen de Ortega agudizó su persecución a todo lo relacionado con la Iglesia Católica. Esto quedó en evidencia con su aprobación de la “disolución voluntaria” de una universidad del Arzobispado de Managua, que se suma al cierre de otras dos universidades católicas nicaragüenses ordenado desde marzo por “incumplimientos” legales.
En marzo, el régimen nicaragüense confirmó el cierre de la Universidad Juan Pablo II y la Universidad Cristiana Autónoma de Nicaragua, que fueron decretados por “incumplimientos de obligaciones” de acuerdo con las leyes que los regulan, y sus bienes pasaron a manos de Ortega.