La especulación llevaba desde el martes esparcida por las calles de Harare, la capital de Zimbabue. Como si se tratara de tiempos de Guerra Fría, la Embajada de EE. UU. en ese país pedía a los norteamericanos permanecer en sus casas ante la “incertidumbre política”. En realidad ya soplaban los vientos de golpe y tenían a todos —locales y extranjeros— en alerta.
Sobre la noche ya se hablaba de que el nonagenario dictador Robert Mugabe se encontraba bajo custodia militar, así como varios ministros. En un principio los militares, que coparon las calles en torno a las sedes del poder, negaron la intentona, pero sobre la madrugada aceptaron su rol en la acción.
Pocos detalles más trascendieron en el transcurso del día sobre el golpe y quiénes lo lideran, en un país donde la información está amordazada. Apenas se señala al exvicepresidente Emmerson Mnangagwa —cesado hace apenas una semana y reemplazado por la esposa del dictador, Grace Mugabe—.
El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, confirmó que Mugabe está retenido en su mansión y que “se encuentra bien”. Asimismo hizo un llamado para que “el Ejército no realice cambios inconstitucionales y garantice el mantenimiento de la paz”.
¿Qué implicaciones tiene la acción militar para Zimbabue y la región? En diálogo con EL COLOMBIANO, el internacionalista Hasan Turk advirtió que “el Ejército ya dejó claro que no busca tomar el poder, por lo que en este sentido no se da el tradicional golpe de Estado africano, para solo beneficiar intereses sectarios o incluso personales, sino que probablemente se dé una transición democrática y cambios graduales para el país”.
Efectivamente, los militares aseguraron en comunicado que su meta “es pacificar una degeneración política y social en nuestro país que podría resultar en un conflicto violento”.
¿Qué causó el declive del dictador? Para Mauricio Jaramillo, internacionalista y docente de la Universidad del Rosario, además de la prolongada crisis económica (ver recuadro), “el régimen de Mugabe se mantuvo desde 1980 como un desafío progresista contra las potencias colonialistas en plena Guerra Fría. Tras ella sobrevivió al no ser dependiente, pero con el paso del tiempo la argucia del colonialismo ya no le funcionó más”.
¿Qué sigue? En opinión de Florent Frasson-Quenoz, investigador de la Universidad Externado, “el golpe es la evidencia del ocaso de la figura dictatorial de Guerra Fría en África. Se demuestra que la imagen histórica del caudillo anticolonial no basta para mantener control sobre un país. Mugabe era muy aliado de China y su país uno de los principales proveedores mineros para el gigante asiático. Vamos a esperar qué pasa y cuál es la reacción internacional, para determinar si Zimbabue está realmente allanando el camino hacia la estabilidad o no”.