Cardenales de todo el mundo se reúnen desde el próximo 7 de mayo bajo los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo líder de la Iglesia católica tras la muerte del papa Francisco en un nuevo cónclave.
Esta es una reunión que se remonta a la Edad Media, cuando la idea de elegir a un soberano era una idea revolucionaria, y al mismo tiempo cargada de mucho misticismo porque sus participantes juran guardar secreto de por vida. La palabra cónclave procede del latín cum clavis que significa bajo llave, una referencia al encierro en el que viven los cardenales durante el proceso.
Aunque la elección del papa Gregorio X tardó casi tres años en el siglo XIII, la más larga de la historia, los cónclaves modernos suelen durar apenas días.
Los purpurados –que finalmente serán 133 y menores de 80 años– se reunirán y emitirán su voto en la Capilla Sixtina. El 80 % de los “electores” fueron nombrados por Francisco y proceden de todos los rincones del planeta, incluida regiones que históricamente fueron poco representadas.
Europa tiene el mayor bloque de votantes, con 51 cardenales, frente a 27 cardenales de Asia y Oceanía, 21 entre Sudamérica y Centroamérica, 18 de África y 16 de América del Norte.
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Instalaron la chimenea que anunciará al nuevo papa
Este viernes, mientras se reanudaban las congregaciones generales, en las que los cardenales se reúnen para debatir las prioridades para el futuro de esta institución de 2.000 años, se realizó la instalación de la chimenea que anunciará la elección del sucesor de Francisco.
Para llegar a tal anuncio, los purpurados participarán en cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde, salvo el primer día.
Y quemarán en una estufa las papeletas de la votación para anunciar al mundo el resultado: humo negro si no logran alcanzar la mayoría necesaria de dos tercios; y blanco si Habemus papam.
Decenas de miles de personas en la plaza de San Pedro y millones en el mundo a través de la televisión pondrán sus ojos en el cilindro marrón estrecho, a la espera del gran anuncio.
La Capilla Sixtina cuenta con dos estufas conectadas a la misma chimenea de la que sale la única indicación de lo que ocurre en el interior.
En la más antigua se queman las papeletas de votación y las notas de los cardenales. La segunda, más moderna, sirve para anunciar el resultado de la votación. De esta última, con ayuda de productos químicos, sale humo negro (si los cardenales no llegan a un acuerdo) o blanco, cuando se ha elegido a un nuevo papa.
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El humero fue instalado por una brigada de bomberos de la Santa Sede, que subió al hastial del tejado de la majestuosa capilla. Los trabajos pasaron desapercibidos para la mayoría de turistas presentes en San Pedro.
El cónclave, entre el secretismo y la seguridad
Durante el cónclave, los cardenales se mudan a la residencia de Santa Marta hasta que eligen al nuevo papa. Las deliberaciones se mantienen bajo estricto secreto so pena de excomunión instantánea.
Los cardenales no pueden leer periódicos, escuchar la radio o ver la televisión, cualquier contacto con la realidad está prohibido, salvo por “razones graves y urgentes”, que deben ser confirmadas por un panel de cuatro pares, de ahí que los teléfonos inteligentes y cualquier acceso a internet estén prohibidos.
Pero esa desconexión va más allá, pues la Capilla Sixtina, sede de la votación, está siendo blindada para que ningún detalle de la elección se filtre al mundo exterior antes de que los cardenales envíen la señal del humo negro –si no hubo decisión– o blanco –si hubo elección–.
Según detalló el diario italiano Corriere Della Sera, técnicos trabajaron arduamente durante toda la semana para convertir al histórico recinto, situada en el Palacio Apostólico, en todo un búnker del que no se pueda escapar información.
Entre las medidas que el Vaticano tomó para evitar algún tipo de filtración está la instalación de bloqueadores de frecuencia para anular cualquier conexión inalámbrica. Esto impide que los celulares o cualquier dispositivo con Wifi, Bluetooth o red móvil pueda emitir o recibir señales dentro del recinto.
Los encargados del blindaje también realizaron barridos para descartar la presencia de micrófonos ocultos en la Capilla Sixtina. Ya se hizo una primera inspección, pero antes del inicio del cónclave se realizará una segunda intervención.
Otra novedosa recomendación que la Santa Sede tomará para evitar alguna filtración del cónclave en estos tiempos mediados por la tecnología es la instalación de películas protectoras anti-drone y anti-láser espía. Esto se realiza sobre los ventanales del recinto, en los que se ubican láminas para bloquear imágenes o sonidos que puedan ser percibidos desde el exterior mediante drones o dispositivos de largo alcance.
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Así mismo, el 7 de mayo, cuando comience el cónclave, a cada cardenal elector se le retirarán los celulares, computadores, relojes inteligentes, iPads y cualquier otro dispositivo tecnológico. La única comunicación posible será verbal.
Sin ningún dispositivo electrónico a la mano, entonces, las redes de internet serán innecesarias tanto en la Capilla Sixtina como en la residencia Santa Marta, por lo que el sistema informático interno estará completamente desconectado. Los servidores fueron reubicados en zonas seguras como la Biblioteca Apostólica Vaticana.
Finalmente, ante cualquier operación de emergencia o evento de alto riesgo, la Gendarmería Vaticana habilitó una red de radio encriptada con un sistema de cifrado militar exclusivo para personal que brindará la seguridad durante el cónclave.