viernes
3 y 2
3 y 2
Cuando Jeanine Áñez se juramentó como presidenta encargada de Bolivia, en Santa Cruz comenzaron los fuegos artificiales celebrando que el país, después de tres días en un vacío de poder, tenía por fin gobierno. La sesión del Senado en el que se posesionó no duró más de dos minutos: el secretario verificó que no había quórum y Áñez tomó la palabra.
Solo con una frase que pronunció durante menos de 60 segundos se declaró como presidenta del Senado y, por ende, mandataria encargada. “El carácter legal de la convocatoria efectuada y así como de los actos de la Cámara de senadores establece que corresponde a mi persona asumir la presidencia de este ente”, dijo la mujer.
La ahora ejecutiva se puso de pie y los escasos parlamentarios que estaban en el recinto la aplaudieron, agitaron sus manos y llenaron a Áñez de halagos. El profesor de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Andrés, Carlos Cordero, afirma que “la juramentación era la salida más viable a pesar de que su ascenso se dio sin presencia de parlamentarios del Movimiento al Socialismo (MAS), lo que eleva los cuestionamientos de los partidarios de Evo Morales sobre el cambio de mando”.
Áñez apeló a la línea de sucesión constitucional ante las renuncias del domingo del presidente, vicepresidente, los presidentes del Senado y la Cámara y hasta de los primeros vicepresidentes de esos órganos. No obstante, se juramentó ante un recinto prácticamente vacío: en el Senado el MAS tiene 25 escaños de 36 y en la Cámara cuentan con 88 de 130. Sus curules eran sillas vacías.
A La Paz también llegó el regocijo entre pólvora que la gente detonó con el ascenso presidencial de la primera mujer que llega a la silla del Ejecutivo desde 1979, cuando Lidia Gueiler Tejada también estuvo en el cargo en calidad de interina. Ellas dos son las únicas mujeres que han gobernado el país.
En los alrededores del palacio de gobierno también hubo celebración. Áñez dio sus primeras declaraciones ante los medios con la Biblia en mano, reconoció la labor de los movimientos cívicos y sociales, los campesinos y las iglesias. “Esto es pensando en Bolivia. Sí se pudo”, gritó, hizo un minuto de silencio por la crisis del país y comenzó a entonar el himno.
Como en un efecto dominó, el líder opositor Fernando Camacho levantó el paro cívico que superaba las tres semanas y llegó al recinto. Pero la movilización de indígenas y cocaleros en respaldo a Morales también siguió.
Entre el bullicio de La Paz, el constitucionalista Carlos Böth explicó que “la presidencia es legítima en la medida en que se ajusta a la sucesión presidencial señalada en la carta magna y al estado de excepción que vive el país, aunque en condiciones normales se requerían algunos pasos formales adicionales”.
La narración de la crisis de Bolivia sigue partida. Desde México y en su condición de asilado político, Morales prometió que su lucha sigue y dijo que se consumó “el golpe más artero y nefasto de la historia. Una senadora de derecha golpista se autoproclama presidenta del Senado y luego presidenta interina sin quórum legislativo, rodeada de un grupo de cómplices y apañada por Fuerzas Armadas y Policía que reprimen al pueblo”.
Al tiempo que en Bolivia los políticos intentaban definir el rumbo del país, la Organización de Estados Americanos (OEA) realizó una sesión extraordinaria sobre la crisis en la que la comunidad americana terminó dividida. De los 34 países que la integran, solo 15 firmaron un pronunciamiento pidiendo comicios con un nuevo órgano electoral.
Desde el domingo, cuando se conoció la auditoría del organismo que señalaba las irregularidades en el conteo de votos de las elecciones del 20 de octubre, Morales acusó a la OEA de actuar de una forma malintencionada. El secretario general, Luis Almagro, respondió a los cuestionamientos: “He escuchado críticas de un lado y del otro. La vergüenza no es de la OEA que descubre un fraude electoral, es de los que lo cometieron”, afirmó.
Evo Morales, a quien su sumaron voces de México, Nicaragua, Venezuela, entre otros, insisten que hubo un golpe de Estado, no obstante, el analista boliviano e investigador de Flacso, Mario Torrico, dice que esa figura no existió.
Solo el pasar de los años nombrará en la historia la situación que vive Bolivia desde el 20 de octubre y demostrará si el expresidente indígena cumple su promesa de regresar al poder, tras tres periodos consecutivos como mandatario y una reelección en vilo.
Periodista egresada de la facultad de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana.