Al buscar “impeachement” en Google, en tan solo 0,60 segundos salen publicados 318.000 resultados, lo que demuestra la importancia de la acción que se inició ayer en Estados Unidos, contra el presidente Donald Trump.
Y no es para menos. Esta palabra, básicamente, representa un juicio político contra el presidente, algo que solo ha ocurrido en cuatro ocasiones, y que busca destituirlo (ver Paréntesis). A este punto se llega luego de una denuncia anónima que señaló a Trump de haber “solicitado la injerencia” de Ucrania en su campaña de reelección, alrededor de que se abrieran investigaciones contra el hijo de Joe Biden, uno de los demócratas que quiere aspirar a la Presidencia.
Un reality
El 24 de septiembre pasado se consolidó formalmente el proceso que ayer, con televisión y transmisión abierta en internet, dejó conocer los dos primeros testimonios públicos en el proceso.
En el banquillo estuvieron William Taylor, principal funcionario norteamericano en Ucrania, y George Gent, quien se desempeña como subsecretario de Estado Adjunto para asuntos europeos, quienes ya habían declarado en octubre pasado, pero a puerta cerrada.
El encargado de abrir la discusión fue el representante demócrata Adam Schiff, quien calificó que este debate tenía que ver con una especie de soborno, y preguntó que “si la investigación determina que Trump trató de condicionar, extorsionar o sobornar a un aliado para llevar a cabo investigaciones para ayudar a su campaña y lo hizo reteniendo actos oficiales, ¿debemos simplemente superarlo?”.
Taylor señaló que existía un quid pro quo (compensación) entre EE.UU., y Ucrania, en el que el primero podría apoyar militarmente a los europeos y estos, a su vez, podrían abrir la investigación contra Biden hijo, aunque no se fue directamente contra Trump, pues acusó a Rudy Giuliani, su abogado, de hacer el contacto de una manera “altamente irregular”. Giuliani, desde de Twitter, lo desmintió: “Ninguno pudo identificar un delito. Esto se está desmoronando desde el primer día”.
Ante este panorama, que resulta visto como un reality show, en el que cualquier ciudadano del mundo pudo seguir la transmisión, el analista Castrillón señala que “lo que hacen los demócratas es un largo show, que empieza ahora y que se extenderá hasta mediados del próximo año, para querer dar el golpe de gracia”.
Fue tal el nivel de expectativa y morbo que, según reportes de medios internacionales, como El País o ABC, en los bares de Washington el ritmo del día lo pusieron las pantallas de los televisores, a las que los estadounidenses se “pegaron” tomando cerveza.
Una estrategia
A un año de las elecciones, este juicio es visto más como una estrategia política, en el que tanto republicanos (Trump) como demócratas, lo utilizan para sacar su propio provecho.
Así lo interpretó David Castrillón, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado, quien señaló que es el camino que tomaron los demócratas para debilitarlo, “aunque sus seguidores siguen fieles y sus argumentos para defenderlo consisten en que son ataques, pues no soportan ver a Trump investido como presidente”.
Castrillón agregó que Trump revertirá este pulso y se mostrará como víctima “de la política convencional, que se opone a personas como él”, lo que fortalecerá los lazos y gustos de los republicanos alrededor de su nombre.
Asunto de división
Para el analista internacional Hasan Turk, los estadounidenses ven a su presidente como algo “sagrado”, pese a que hay una presión especial de los demócratas para sacarlo del camino o debilitarlo; sin embargo, Turk aseveró que aunque le quieran sacar todos los “trapos sucios”, el resultado no será el esperado.
Para Cristian Rojas, director del programa de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, este caso “no parece lo suficientemente grave para que se caiga un presidente”, aunque reconoció que los estándares democráticos de las instituciones son “fuertes”, el caso Ucrania “no es el watergate” y aunque sucediera algo extraordinario y el juicio fuera aprobado en la Cámara, seguramente los senadores republicanos “respaldarán a Trump” en el proceso cuando llegue a la Cámara alta.
Para Castrillón, este debate acentúa las divisiones, que en sus extremos, no logra encontrar puntos de acuerdo, negociación o conciliación, como sí sucedió, por ejemplo, con la Guerra Fría o la lucha contra el terrorismo después del 11 de septiembre. “Lo que propone uno, lo rechaza el otro, sin importar el beneficio para el país”, concluye Castrillón.
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son los presidentes de EE.UU. que han llegado a un impeachment.