Paraguay se está volviendo una piedra en el zapato para el gobierno venezolano en distintas instancias multilaterales. No solo apoya de forma decidida al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, en su proceso para la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela, sino que en los últimos días ha expresado férrea oposición a que dicho país asuma la presidencia de Mercosur (prevista para el 12 de julio).
Los motivos salen a relucir rápidamente. El precario estado de las libertades políticas en territorio venezolano genera cada vez más rechazo en naciones que hace pocos años no podían expresarse contra el gobierno chavista dada su influencia regional. Más aún, y coincidiendo con esa merma en su peso sobre la política del continente, está una crisis económica que en ojos de sus socios hace muy difícil un escenario en el que presida el bloque comercial.
Además Paraguay no está solo. Brasil propuso que se posponga, por lo menos hasta agosto, el traspaso de la presidencia a Venezuela, mientras los países del Mercosur discuten las consecuencias que dicha medida podría dejar.
El plan fue presentado el martes por el canciller brasileño, José Serra, en una reunión con su similar uruguayo, Rodolfo Nin Novoa y el presidente de dicho país, Tabaré Vázquez, en Montevideo.
“Hice la propuesta de que dejáramos la decisión para mediados de agosto, cuando Venezuela tendría que concluir los requisitos (para formar parte del grupo) del Mercosur que fueron fijados hace cuatro años y que hasta ahora solo cumplió parcialmente”, explicó Serra tras la reunión.
La Argentina de Mauricio Macri, además, empezó a mostrar signos de apoyo a la iniciativa paraguaya, al punto de que podría llegar a presidir el bloque en caso de que Venezuela no asuma dicha función, tal como expresó el mandatario el martes, en rueda de prensa desde Bruselas: “en ese escenario nosotros vamos a presidir los meses que vienen el Mercosur, impulsándolo en dirección de un acuerdo con la Unión Europea”.