La expresión de mofa en el rostro del primer ministro canadiense Justin Trudeau fue más que elocuente y lo que en un principio era una conversación de pasillo entre mandatarios terminó por confirmar las grietas y tensiones que campean en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) a 70 años de su creación.
Al término de la cumbre anual, que del pasado martes al jueves ocupó la agenda de jefes de Estado y enviados especiales de los 29 países aliados que se reunieron en Londres, Trudeau, en corrillo junto al presidente de Francia, Emmanuel Macron; su homólogo de España, Pedro Sánchez; la princesa Ana del Reino Unido y el primer ministro de ese país, Boris Johnson, hizo bromas sobre la participación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el evento.
La conversación, que tuvo el palacio de Buckingham por escenario y fue registrada desde lejos por las cámaras de los medios, no tardó en difundirse, lo que provocó que un airado Trump cancelara una rueda de prensa y regresara de inmediato a su país.
Pero más allá de lo anecdótico, analistas coinciden en que el episodio da pistas de cómo una Otan, desgastada tras siete décadas de existencia, tendrá que trabajar en redefinir sus objetivos y evaluar qué tanto necesitan Europa y Estados Unidos sostener una relación de codependencia militar.
Nuevos escenarios
En la declaración conjunta aprobada al término de la cumbre, los líderes firmantes enfatizaron que “solidaridad, unidad y cohesión son los principios piedra angular de nuestra Alianza. Un ataque contra un aliado será considerado como un ataque contra todos”.
Palabras que se suman a las que pronunció el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, quien afirmó que “la cumbre demuestra una vez más que la Otan sigue siendo el único lugar en el que Europa y América del Norte hablan, deciden y actúan juntos cada día”.
Ese esfuerzo evidente por mostrar cohesión, llega apenas días después de que Macron, en entrevista con The Economist, declarara que Estados Unidos “está dando la espalda” a Europa y que la Otan “está experimentando una muerte cerebral”.
El comentario no solo causó fricciones previas al evento, sino que marcó su agenda temática, pues en palabras del mandtario francés, abrió la puerta para que los aliados encargaran a Stotenberg la formulación de propuestas para “reforzar más la dimensión política de Alianza” y contemplar “un diálogo fuerte con Rusia”, que sigue en el panorama como un actor fundamental para la estabilidad europea.
Esa relación con Rusia fue analizada expresamente por los aliados, especialmente a partir del fracaso de tratado nuclear entre ese país y Estados Unidos, producido en agosto. Al respecto, Stoltenberg señaló que la Otan responderá al despliegue ruso de misiles nucleares en suelo europeo “de forma defensiva y coordinada”.
De otro lado, por primera vez la Alianza puso a China en su radar como una potencia militar emergente. Los mandatarios manifestaron su interés por que el Gobierno chino participe en acuerdos de control armamentístico, al tiempo que mostraron cierto recelo por el despliegue de redes de telecomunicaciones 5G que Huawei, empresa que sostiene estrechos lazos con Xi Jinping, está interesada en hacer en territorio europeo.
Caso aparte de discusión fue el papel de Turquía y su presidente Recep Tayyip Erdogan, quien amenazó con bloquear la declaración final de la cumbre si la Otan no respaldaba su petición de considerar a los kurdos como terroristas.
La moción de Erdogan, que generó opiniones encontradas entre los mandatarios, no fue debatida. No obstante, Stoltenberg declaró al respecto que “lo importante es no poner en peligro la labor que desarrolla la Otan contra el terrorismo, por ejemplo, conmformado la coalición internacional contra el Estado Islámico” y manifestó la preocupación de varios aliados por la decisión de Erdogan de comprar a Rusia un sistema antimisiles que no encaja en los términos de la alianza.
¿Sin Estados Unidos?
Nacida en 1949 como un acuerdo militar entre los gobiernos de Europa y Estados Unidos para defenderse colectivamente a partir de las tensiones con la Unión Soviética en plena posguerra de la Segunda Guerra Mundial, la Otan enfrenta hoy voces que aseguran su declive.
No obstante, consultado por EL COLOMBIANO, el analista de inteligencia de la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Cocho, no cree que la Alianza esté agonizando: “Lo que sí es cierto es que, o se actualiza en sus presupuestos y sus planteamientos, o realmente morirá, pero lo hará por inanición, porque la Otan en estos momentos, como está estructurada, sin el apoyo de Trump y del armamento militar de Estados Unidos, como siempre ha ocurrido, no tendría sentido en sí misma. No olvidemos que el presupuesto de la Otan está mantenido aproximadamente en un 48 % a un 52 % por Estados Unidos y si ese país retira sus bases militares y su apoyo, la alianza no podría por sí misma defender estratégicamente los intereses de Europa y de sus aliados”.
Para el experto es claro que en una eventual salida de Estados Unidos del grupo, “Francia está recuperando un peso cada vez más fuerte en geopolítica, en detrimento de países como Alemania, que tiene un problema de actualización de sus fuerzas armadas con la modificación de la Constitución y no tiene fusiles suficientes para dotar su ejército”, lo que resulta clave porque “nos encontramos con que solo cinco países de la Unión Europea tienen ejércitos modernos que podrían establecer lo que es la Otan: Francia, Alemania, Italia, España y quizás Austria podría, por su innovación, fortalecer la alianza. Pero España tiene un ejército cada vez más reducido, Alemania tiene un problema de renovación, Italia tiene una reestructuración militar pendiente, con lo que al final Francia se queda sola. Necesita por tanto actualizarse la Otan.
Por eso el papel de Trump, al que Cocho describe como “un negociante agresivo y no un geoestratega”, será vital. En su concepto, Europa “está dispuesta a aceptar de Estados Unidos un papel paternalista como el que ha jugado, pero no un liderazgo tan agresivo como el que Trump está teniendo”.
Pero otra cosa considera el investigador en Asuntos Internacionales de la Universidad Externado, Jairo Libreros, para quien “la Otan ya cumplió sus objetivos” y sus roces internos demuestran que “Estados Unidos por más que hable de manera muy dura, no tiene eco en sus reclamos”.
Para el experto, “Trump es un invitado que nadie quiere tener en su casa, pero que es necesario porque tiene los recursos. Va a permanecer ahí, pero su liderazgo va a estar en tela de juicio”.
Por tanto, concluye Libreros, “la suerte de la Otan dependerá de que Europa sea hábil en adoptar un mecanismo de defensa multilateral propio, que asegure sus intereses, sin depender de Norteamérica” .
400
mil millones de dólares en inversión en defensa para 2024 anunciaron los aliados.