“Unidad”. Esa fue la palabra que más se escuchó en el primer discurso de Joe Biden como presidente de Estados Unidos. Con su alocución desde el Capitolio para la nación y el mundo intentó juntar las piezas de un país que pasa la página de cuatro años de la administración de Donald Trump, un mandatario que llegó a la Casa Blanca como producto de la polarización e hizo de esta su discurso.
“Celebramos el triunfo de una causa, la causa de la democracia. La democracia es preciada. La democracia es frágil. Y en este momento, mis amigos, ¡la democracia ha prevalecido!”, dijo el presidente. En noviembre y diciembre de 2020 una parte de los seguidores del exmandatario republicano habló de un supuesto fraude en las elecciones, una irregularidad de la que ninguna autoridad federal ni estatal encontró pruebas.
El mismo Trump fue el encargado de avivar la llama de la discordia con un discurso en el que aseguraba que le habían “robado” la reelección. De esta forma, el sistema electoral norteamericano estuvo al límite, con reconteos voto por voto en diferentes estados, demandas al escrutinio y un Colegio Electoral obligado a repasar cada movimiento del proceso de voto para devolver la confianza a una parte de los votantes.
Ese contexto nos conecta con la siguiente frase destacada de su sermón: "Hay verdad y mentiras. Mentiras dichas por poder y por beneficios. Y cada uno de nosotros tiene una obligación y una responsabilidad como ciudadanos, como estadounidenses, y especialmente como líderes (...) para defender la verdad y derrotar las mentiras".
Tras los comicios del martes 3 de noviembre, en esos seis días críticos en los que los oficiales electorales contaban nuevamente los sufragios y la policía custodiaban centros de votación en estados como Arizona, Georgia y Nevada, hubo noticias falsas circulando entre publicaciones de redes sociales y conversaciones digitales. Plataformas como Twitter y Facebbok optaron por marcar como contenido dudoso los mensajes que enviaba Trump y el país se dividía entre quienes confiaban en el escrutinio y aquellos que alegaban supuestas irregularidades en este.
Fue tal la división por esa jornada que el pasado 6 de enero, cuando el Congreso se reunió en pleno para ratificar el triunfo demócrata en las elecciones, se registró un asalto al Capitolio federal sin precedente alguno en la historia de la nación. Quienes protagonizaron la toma al edificio federal fueron seguidores del exmandatario republicano, quienes, tras escuchar su discurso, llegaron al recinto.
“Vamos a caminar hasta el Capitolio y vamos a animar a nuestros valientes senadores y congresistas”, les dijo Donald Trump a sus seguidores en la mañana 6 de enero. Horas después, esas mismas personas que escucharon su discurso ingresaron por la fuerza al recinto y obligaron a la evacuación de los senadores, representantes a la cámara y hasta de Mike Pence y Kamala Harris.