El rey de Arabia Saudí, Abdalá bin Abdulaziz, uno de los más grandes aliados de Estados Unidos en el Medio Oriente, murió a los 90 años de edad a causa de una neumonía que lo aquejaba, según fue informado por la casa real de ese país.
El monarca se encontraba hospitalizado desde el 31 de diciembre del año pasado, cuando fue internado para ser sometido a una serie de exámenes médicos debido a unas molestias que le dificultaban la respiración y que pronto se tradujeron en una fuerte neumonía.
La salud del rey Abdalá se convirtió en una cuestión de Estado y en Arabia Saudita se empezaron a tejer toda clase de especulaciones acerca de la posible sucesión, razón por la cual la Guardia Nacional de ese país estuvo muy cerca de su monarca. De hecho la unidad médica en la que se encontraba hospitalizado estaba ubicada en una base militar.
Ficha clave en la geopolítica
Sin embargo, no solo los saudíes tienen intereses en la designación del nuevo rey, pues Abdalá jugaba un papel determinante en el ajedrez de la política exterior del Medio Oriente, con su gran apoyo hacia Estados Unidos.
De hecho, bajo su poder Arabia Saudita acompañó las cruzadas emprendidas por Estados Unidos en contra de Al Qaeda y posteriormente del Estado Islámico, lo que le permitió controlar grandes territorios en los que implantaba su estilo pragmático de interpretación del islam.
“Nuestros países han trabajado juntos para hacer frente a muchos desafíos. Siempre valoré su punto de vista y nuestra sincera y cálida amistad. Como líder, siempre fue franco y valiente para defender sus convicciones”, indicó el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, luego de conocer la noticia del fallecimiento del monarca.
Tal como lo informó la casa real, el hermano del fallecido rey, Salman Ibn Abdulaziz, de 81 años, y quien ocupaba el primer lugar en la lista de sucesión, se convirtió la madrugada del viernes en el nuevo rey de Arabia Saudí. En la actualidad el heredero se desempeñaba como viceprimer ministro y titular de la cartera de Defensa.