No poder abrir la llave del grifo cada que va al baño, preparar los alimentos o simplemente refrescar sus manos por las altas temperaturas, que ayer en la mañana de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) alcanzó 44 grados, es una realidad que, aunque parecía lejana y solo se vislumbraba en los escenarios más catastróficos, ya padecen los cerca de cinco millones de habitantes.
Es una obligación, que implica solo gastar 50 litros diarios de agua por cada persona y ante un escenario de calor extremo, como el que viven actualmente, la situación parece imposible de manejar, aunque toca cumplir con las disposiciones oficiales.
El domingo pasado, Helen Zille, gobernadora de la provincia del Cabo Occidental, anunció que, desde ahora, los residentes solo podrán “bañarse dos veces a la semana”, para no malgastar el líquido.
Sin embargo, el lío no es nuevo. Desde marzo del año pasado se empezaron a registrar estas temperaturas, que provocaron la reducción de los embalses de la ciudad, llegando a menos del 40 % de su capacidad. La hora cero fijada es el 12 de abril, si las condiciones no cambian y, ese jueves, el agua dejará de caer al abrir la llave y tendrán que recolectarla en carros tanque o en los sitios dispuestos por el gobierno. Un ciudadano colombiano que reside en esta ciudad explica que la situación es, si se quiere, caótica. “Imagínese vivir en una temperatura de esas y no poder bañarse cada que uno desee”.
¿Por qué?
En declaraciones recogidas por la Agencia EFE, el director ejecutivo de la Agencia de Promoción del Turismo en esta ciudad, Tim Harris, manifestó que hace dos años empleaban 1.200 millones de litros de agua como ciudad y lo han recortado casi a la mitad y reconoció que se requieren mayores esfuerzos, que mantienen la prohibición de regar jardines o lavar carros.
Ante lo que sucede allí y el desafío que representa, el ambientalista Néstor Ocampo, destacó que esto es una manifestación de la realidad del cambio climático –aunque lo nieguen gobernantes como Donald Trump– y de las luchas que debe emprender el mundo para encararlo y adaptarse.
“Recordemos que el año pasado en el Eje Cafetero y otras regiones del país hubo municipios que debieron hacer racionamiento del líquido”, indicó Ocampo. También destacó que la tarea, aunque debe ser impulsada por los gobiernos, también debe ser asumida por cada ciudadano, que debe ponerse en la tarea de ahorrar, evitar derrochar y hacer un uso racional.
“No podemos esperar a que nos pasen como estas de Sudáfrica, para enfrentar este tipo de fenómenos”.
Aunque la sequía es la principal razón de le Ciudad del Cabo también está relacionado con el acelerado crecimiento de la población, que pasó de casi dos millones a cinco en menos de cinco años.
Allí, para encarar el presente que viven, construyen plantas desalinizadoras y cavan agujeros en la tierra para extraer agua subterránea, pero los resultados deberán esperar hasta finales de año.