A los miembros de la etnia musulmana rohinyá, ubicada en Birmania, pero desplazada a Bangladesh desde agosto pasado, la persecución religiosa y política los destruye a diario. Con el agravante de que la consejera de Estado de Birmania y Nobel de Paz en 1991, Aung San Suu Kyi, ha sido protagonista por la ausencia de medidas.
No es una novedad, pero los crímenes contra esta población se han acentuado en el último año y como saldo, según la Organización de Naciones Unidas (ONU), se tiene reporte de 7.000 asesinatos entre finales de agosto y septiembre, pero sin datos actualizados. Lo más crítico es la cifra de refugiados: 655.000.
Teniendo en cuenta el nivel de crisis social que padecen, la Agencia para los Refugiados, Acnur, en un informe publicado ayer, asegura que el promedio de refugiados que llegan a Bangladesh ha disminuido, pasando de 745 por día hasta noviembre, a 100, en lo corrido de diciembre.
Hasan Turk, analista internacional y docente de la Universidad Pontificia Bolivariana, sostiene que la presión internacional será la única que pueda lograr “algo” que beneficie a esta comunidad. No obstante, reconoce que el mundo le ha dado la espalda e ignora lo que sufren.
“No hay duda de que es un genocidio, porque hay miles de personas que están escapando, perseguidos por la junta militar y los monjes budistas de Birmania”, sostiene el analista, quien respalda la posición del alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, que en versiones recogidas por agencias internacionales, señala que no descarta que un tribunal internacional considere en el futuro que los actos contra la minoría rohinyá “se constituye en un genocidio”.
Ante este panorama, Julián Arturo Zapata, director del Centro Cultural Islámico de Colombia, sostiene que son “problemas” que han generado las mismas potencias, desde la época de la liberación de Inglaterra e India.
“Este conflicto se da ahora, porque a alguien le interesa, sobre todo a Occidente”, resalta Zapata, quien dice que la palabra “genocidio” debe tratarse con cuidado, porque lo que se está buscando es distraer a la opinión mundial, que se pregunta “a dónde se trasladará el yihadismo, que fracasó su proyecto en Siria e Irak”.