Por primera vez en meses en Venezuela, el país de la doble realidad –la chavista y la opositora– los discursos coincidieron. Ante la afirmación de ayer del presidente de EE. UU., Donald Trump, sobre contactos con líderes de “alto nivel” del chavismo, el mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, en lugar de desmentirlo como ha sido habitual, reafirmó los acercamientos.
“Confirmo que desde hace meses hay contactos de altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos, de Donald Trump, y del gobierno bolivariano que yo presido bajo mi autorización directa para buscar regular este conflicto”, dijo Maduro durante una transmisión en cadena nacional.
Sus palabras cerraron días de especulaciones desde que la agencia Associated Press publicó que funcionarios estadounidenses se habrían reunido con el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, en diálogos exploratorios.
Las condiciones de esta salida, sin embargo, son inciertas. Para Carlos Romero, profesor de ciencias políticas de la Universidad Central de Venezuela, “Maduro toma esta decisión por obligación, no por deseo, presionado por las sanciones económicas de Estados Unidos” (ver Paréntesis).
Pero, agrega Romero, tras la mano tendida de Maduro no hay un escenario concreto. ¿Hablar para qué? ¿Para que Maduro salga del poder? ¿Para que siga con condiciones? De acuerdo con el profesor, la prioridad ahora será que el oficialismo ofrezca una hoja de ruta clara para que el diálogo no consista solo en una intención sin contenido.