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Abuso de poder y obstrucción del Congreso son los cargos que deberá enfrentar el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el juicio político que se adelanta en su contra. Así lo dio a conocer ayer el presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, Jerry Nadler, al presentar el texto formal de acusación que deberá ser votado, primero por el Comité y luego por la Cámara en pleno.
El documento afirma que “en su desempeño en el cargo de presidente de los Estados Unidos y en violación de su juramento constitucional”, Trump “ha abusado de los poderes de la presidencia, en tanto los usó para solicitar la interferencia de un gobierno extranjero, Ucrania, en la elección presidencial de 2020” y añade que “obstruyó el Congreso” al haber “dirigido las dependencias, agencias y oficinas públicas, para que no cumplieran con las citaciones y solicitudes de información emitidas durante la etapa de investigación del impeachment (juicio político)”.
Como es usual, la reacción visceral de la Casa Blanca no se hizo esperar y mientras el subsecretario de Prensa, Hogan Gidley, dijo a periodistas que “está bastante claro que el presidente quiere un juicio”, la jefe de ese despacho, Stephanie Grishman, afirmó que los demócratas imputan a Trump porque “no pueden frenarle legítimamente en las urnas”. El presidente, por su parte, se valió de Twitter para tildar los cargos en su contra de “ridículos” pues “nunca hubo presión a Ucrania”.
La primera novedad de la resolución es que solo incluyó dos cargos, ambos relacionados con el caso ucraniano, mientras que políticos y analistas calculaban la inclusión de un tercero, relacionado con la evidencia que encontró el fiscal Robert Mueller sobre una posible interferencia de Rusia para perjudicar a Hillary Clinton, contrincante de Trump en la campaña de 2016. Al respecto, el profesor asociado de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, Sebastián Bitar, explica que esa decisión podría obedecer a un cálculo de los demócratas frente a las elecciones legislativas del próximo año.
“Es un cálculo, a mi parecer, para tratar de evitar que algunos demócratas dejen de votar la resolución por miedo de que sus electores en los distritos decidan castigarlos por irse contra Trump en el caso Rusia. Fue una decisión bastante precavida plantear solamente dos cargos relacionados con Ucrania, que es el caso más documentado y el que más publicidad ha tenido en los últimos meses”, señala el académico.
No obstante, en su opinión, sacar adelante el impeachment no es para los demócratas un asunto netamente electoral, sino “de dignidad”, pues “no quieren que se acaben los cuatro años de mandato de Trump sin haberle hecho algún juicio, sobre todo después que los republicanos le hicieron en su época un impeachment a Bill Clinton por razones, según los demócratas, muy inferiores a éstas. Quieren que Trump quede en la historia como un presidente imputado”.
Aunque la presentación del escrito de acusación supone la formalización del impeachment, Bitar explica que la resolución “es una propuesta que tiene que ser aprobada por el Comité Judicial para que pase al pleno de la Cámara de Representantes y allí se vote si se aprueba o no”, lo que podría ocurrir esta misma semana.
Dominada por una mayoría demócrata, “lo más seguro es que la Cámara sí apruebe la resolución” y así se completa la formalización de la acusación “para que después pase al Senado al juicio como tal”.
En palabras del presidente de la Sociedad Internacional de Criminología, con sede en Washington, Emilio Viano, lo que ocurre, en comparación con un proceso judicial ordinario, es que “el Senado se transforma en jurado, la Cámara de Representantes en el fiscal y el presidente es el acusado. El Senado escucha y al final decide”.
Con una mayoría republicana, las cuentas en el Senado están más reñidas y el impeachment podría embarcarse a un fracaso seguro. Sin embargo, considera Viano, “nunca se sabe”.
“El juicio es un escenario en el que muchas cosas nuevas podrían aparecer. Nuevos testigos, podrían de hecho incluirse las declaraciones de personas que hasta ahora se han negado a hablar, como el jefe de Gabinete, Michale Mulvaney. La probabilidad de que haya republicanos que cambien de opinión es muy poca, pero es posible”.
Ambos analistas coinciden en que los efectos del juicio no mellarán la popularidad de Trump, que parece seguir estable a pesar del proceso. “La gente que lo ama, lo ama, quien lo odia, lo odia. Esto no cambia mucho la intención de voto”, afirma Bitar, a lo que Viano añade que “hasta ahora el público estadounidense no ha estado muy identificado con este caso. Es una discusión legal en la que no hay una víctima, no hay sangre derramada. Por eso la etapa en el Senado lo que va a hacer es agregar drama y despertar algún interés. Esa puede ser la semilla para que las cosas cambien en las elecciones de 2020” .