Hace siete años Javier López Rodríguez soñaba con llegar al fútbol colombiano. Se había venido de Currulao, donde nació en 1988, convencido de que podía seguir los pasos de su paisano Luis Amaranto Perea.
Sumido en la timidez que lo caracteriza, pese a que inspira respeto con sus 1,87 metros de estatura y su fuerte masa muscular, propia de los deportistas de color negro, apareció en las divisiones menores del Deportivo Independiente Medellín.
"Mi sueño era triunfar allí, pero no se pudo", recuerda con nostalgia este zaguero central que el miércoles cumplirá 25 años de edad.
Su meta empezó a convertirse en una aventura, porque no contó con la continuidad necesaria y hasta pensó que el fútbol no era lo suyo y que tendría que regresarse al Urabá antioqueño a rebuscarse la vida en las bananeras, ya que el baloncesto y el atletismo poco lo convencían.
Apoyado en su firme intención de "ser alguien en el fútbol y convertirme en uno de los mejores defensores del país", Javier pidió una oportunidad en el novato Itagüí Ditaires de 2008.
Y está feliz, porque "eso fue fundamental para empezar a demostrar que sí tengo cualidades para jugar en el profesionalismo".
La prueba está en que hizo parte de la nómina que ascendió al club dorado en 2010, año en el que también disputó la final de la Copa Postobón.
Premio a su esfuerzo y a la capacidad de superación, ya que le ha tocado sobreponerse a los infortunios que representan los tres autogoles que lleva, Javier recibió el voto de confianza del entrenador Jorge Luis Bernal.
Gracias a ello, dejó de peinar el león hace rato, le ha entregado puntos importantes al equipo con sus anotaciones (el último fue en el 1-1 del pasado sábado frente al Envigado) y con su capacidad en la media distancia se ha convertido en un jugador de exportación de las águilas doradas.
"Mi único afán es aportarle a la institución, responder, con seguridad en la defensa y apoyar el ataque".
Ya no tiene los problemas de sus inicios, cuando de manera impotente veía cómo los demás tenían continuidad y él no; sin embargo, sigue soñando.
Ahora su afán es superar los cuartos de final con el Itagüí en la Liga Suramericana, meterse a la final del rentado y proyectarse internacionalmente. Con esa mentalidad espera hacer parte del encuentro de esta tarde frente al Once Caldas en el estadio de Ditaires.
"En Itagüí todos los días tenemos retos y por fortuna contamos con técnicos que nos motivan a alcanzarlos; vivimos un gran presente y la mejor forma de demostrarlo es ratificarlo con una buena campaña".
Para ello, Javier López considera conveniente no bajar la guardia y mantener el nivel alto que les ha generado tantos aplausos internacionales en esta temporada.
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