Esta miniatura de escultura orinó agua limpia por cuatro siglos sin que nadie se percatara de ello hasta hace un par de meses.
La estatua que está vestida 130 veces al año y tiene más de 1.000 disfraces, según un libro de turismo que cargaba Julia Smit, una holandesa que la visitaba como turista, se ubica en una calle adoquinada cerca de la Grand Place, en el centro medieval de la capital belga.
Así se dieron cuenta
De acuerdo con el periódico belga La Dernière Heure, fue recientemente que se supo que la obra del escultor barroco Jerome Duquesnoy había estado enviando de 1.000 a 2.500 litros diarios de agua limpia directamente a las alcantarillas de la ciudad. Una cantidad suficiente para el uso de 10 hogares europeos.
El diario narra que el descubrimiento fue realizado por Régis Callens, un técnico de energía, después de que se instaló un medidor en la estatua de bronce. “Pensamos que era un circuito cerrado y que no estaba consumiendo nada”, dijo Callens al periódico escrito en francés. “Dado que el contador para Manneken Pis es solo uno de 350 o 400, nadie prestó mucha atención”.
Por esto en marzo pasado se construyó un canal para recoger el agua que la escultura de 61 centímetros de alta descarga, para redirigirla de nuevo a ella.
El primer concejal ambiental de la ciudad de Bruselas, Benoît Hellings, anunció públicamente: “Podemos estar orgullosos de decir que, por primera vez en 400 años, Manneken Pis no está orinando agua potable fresca. El municipio ahora tiene la intención de inspeccionar las fuentes ubicadas en el centro para evitar desperdicios similares. También mejoraremos el monitoreo de las instalaciones en escuelas y centros deportivos. Deberíamos dar ejemplo y alentar a todos en Bruselas a prestar atención a su consumo de agua”.
Por qué es famosa
Ubicada en la misma calle donde se encuentra una sede de Leonidas, la famosa chocolatería belga, el querubín atrae a miles de turistas aunque muchos de ellos no conocen su historia. Es el caso de Smit, la holandesa. Y la copia del original de 1619 que se encuentra en el cercano museo de la ciudad, no solo tiene una historia, sino varias. Estas son dos.
La del siglo XIV, según se narra en una pantalla que se proyecta en una tienda cercana de gaufres de liège (waffles), fue un homenaje a un niño huérfano de padres de la guerra llamado Julianske, que había salvado la ciudad orinando en una mecha encendida por enemigos que intentaban volar sus muros defensivos.
Otra leyenda cuenta que las tropas leales al duque Godfrey III de Lovaina pusieron al noble de dos años de edad en una canasta en un árbol, desde donde orinó sobre los soldados enemigos.
Una de las más famosas fuentes del mundo que data de 1916 ha sido reconstruida varias veces en bronce y esta vez se le hizo una mejora más que quiso conservar un recurso tan preciado y limitado: el agua .