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Estos son algunos de los animales a punto de extinguirse que necesitan su ayuda

Colombia, catalogado como uno de los 17 más megadiversos, alberga el 10% de todas las especies existentes en el mundo. ¿Qué se puede hacer para preservarlas?

  • Uno de los principales retos que se tiene frente a la conservación en Colombia, tiene que ver con la educación ambiental. Ilustración Ricardo Ramírez
    Uno de los principales retos que se tiene frente a la conservación en Colombia, tiene que ver con la educación ambiental. Ilustración Ricardo Ramírez
Estos son algunos de los animales a punto de extinguirse que necesitan su ayuda
11 de marzo de 2023
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Cuando en el 2015 el director británico Mike Slee proyectó en las carteleras de cine todo el país su documental Colombia magia salvaje, también puso un tema que, hasta entonces, parecía desconocido para la mayoría de sus espectadores: que este es el segundo país más biodiverso del mundo con 7.691 animales evaluados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

Sin embargo, muchos de esos animales, 787 para ser exactos, se encuentran en la Lista Roja de esa misma organización, pues tienen la etiqueta VU (vulnerable), EN (en peligro) o CR (peligro crítico), que significa que están en tres de las nueve categorías en las que se clasifican las especies en un riesgo de extinción global, pues en la actualidad, varios fenómenos promueven una crisis medioambiental alrededor del planeta que incluye no solo la pérdida de fauna, sino también la de plantas, de microorganismos, de relaciones ecológicas y de ecosistemas.

Al preguntarle a Juan Ricardo Gómez, director de la maestría en Conservación y Uso de Biodiversidad de la Universidad Javeriana, cuáles son las causas por las que dentro del territorio nacional hay tantas especies a punto de desaparecer, explica que la comunidad científica ha identificado cinco:

Pérdida de la calidad de sus hábitats, es decir, deforestación, desecación de ciénagas y humedales, entre otras; la introducción de especies exóticas invasoras como el pez león o el retamo espinoso; la sobreexplotación asociada a la tala de madera, a la pesca, a la caza indiscriminada y al tráfico ilegal; la contaminación del suelo y del agua con pesticidas o microplásticos, por ejemplo; y el cambio climático”. Todas ligadas directamente a acciones humanas.

Una verdad paradójica, continúa explicando Gómez, siendo que los alimentos, las medicinas, las fibras, los materiales de construcción y hasta el clima, dependen del buen estado y del correcto funcionamiento de los ecosistemas naturales, por lo que perder cualquier elemento de la biodiversidad genera desconexiones profundas en esos sistemas complejos de relaciones entre los organismos y su entorno, y que traducido, supone la disminución de la calidad de vida de los hombres, de las mujeres y de todos los seres que los rodean.

El profesor Nicolás Urbina-Cardona, de la facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Universidad Javeriana, lo ejemplifica así: “La extinción de una especie es grave para toda la humanidad, no solo para un territorio específico, por ejemplo, pensemos en el agave azul de donde se saca el tequila. El agave azul es polinizado por unas poquitas especies de murciélagos, solo por murciélagos, si se extinguen esos murciélagos, se acaba la polinización del agave azul, se extingue ese agave azul, y se pierde la bebida del tequila con todas las implicaciones de economías locales que conlleva, con todo el prestigio que le proporciona a México su exportación, y con toda la parte cultural y simbólica que representan”.

Y es que la biodiversidad puede ser entendida como ese capital natural que posibilita buscar nuevas alternativas de desarrollo económico sostenible, siendo su conservación la principal herramienta para lograrlo basada en un conocimiento trascendente sobre las especies que habitan el territorio, pero no solo a nivel de listados, sino también a nivel de relaciones y de vínculos entre todos los agentes implicados, para determinar si los usos que socialmente se les ha otorgado deben protegerse, cuidarse, valorarse o reestructurarse.

Otra herramienta indispensable es la pedagogía que se hace sobre el tema, ya que podría ser la solución a los principales problemas ambientales, siempre y cuando sea de calidad y genere ajustes a los comportamientos humanos.

“Los únicos que somos conscientes de la importancia de la biodiversidad somos los científicos, los profesores y los pocos estudiantes que tenemos en pregrados, maestrías y doctorados, por eso es fundamental salir a la sociedad y contarles todo de una manera más amigable, sin tantos datos estadísticos, de manera que impacte, que genere interés y conciencia sobre la investigación científica que hacemos los colombianos”, explica Urbina- Cardona quien reitera además que todos los actores de la sociedad deben estar implicados para cambiar hábitos de consumo, para investigar, para educar, y para proponer y velar políticas públicas que permeen todos los procesos incluidos.

Algunos de los animales que habitan Colombia y están en algún riesgo según la IUCN, son:

Infográfico

Danta de páramo

Esta es una de las cuatro especies de tapir que habitan América. Pueden medir hasta 200 centímetros de largo, más de 90 de alto, y pesar hasta 260 kilos. Son de color marrón negruzco y cumplen un papel fundamental como dispersores de semillas y modificadores de los territorios mediante el ciclado de nutrientes, aunque el ser uno de los mamíferos terrestres más grandes en Latinoamérica, se han vuelto vulnerables ante los factores que juegan en su contra.

“Primero, necesita grandes extensiones de ecosistemas en buen estado de salud como bosques altoandinos, subpáramos y páramos, para sobrevivir, los cuales están siendo transformados enormemente en Colombia para el beneficio de la agricultura, la ganadería o la urbanización. Segundo, dentro de esos ecosistemas compite con especies herbívoras domésticas, como vacas y ovejas, por el alimento. Tercero, al ser un animal tan grande, es perseguido para cazarlo y consumir su carne, ya sea por los humanos, o por los perros a los que les gusta alimentarse de sus crías”, argumenta Gómez.

Por tanto, para preservar a las dantas es necesario preservar su hábitat y generar conversaciones pedagógicas con las poblaciones indígenas y campesinas que las rodean, que inciten la disminución de su cacería.

Cocodrilo del Orinoco

A este animal endémico de la cuenca del Orinoco, se le considera el mayor depredador de América Latina y una de las mayores especies de cocodrilo que existen, pues tiene una longitud máxima registrada de hasta siete metros. Según cuenta Urbina-Cardona, una de las razones por las que se encuentra amenazado, tiene que ver con que ha sido usado históricamente como alimento en Semana Santa, ya que durante esa época del año y siguiendo las costumbres religiosas, las personas buscan alternativas para alimentarse entre las cuales se incluyen la carne de tortuga, de iguana y, por supuesto, de cocodrilos.

“Esta especie es una importante reguladora de poblaciones de peces, de nutrias, incluso de delfines, etcétera, y en su ausencia, las que eran sus presas incrementan los tamaños poblacionales, lo cual no es para nada bueno porque siempre debe mantenerse esa cadena trófica, compleja y resiliente”.

En Colombia no existen muchos investigadores que estudien a los cocodrilos del Orinoco, por lo que no se sabe con certeza cuál es su estado de conservación, no obstante, programas de conservación exsitu como el Wisirare, en Orocué, procuran su supervivencia a través de la cría y su introducción en medios naturales, lo cual implica un arduo trabajo con las comunidades.

Infográfico

Rana arlequín

Las ranas arlequines hacen parte de un grupo de sapitos de bosque del género Atelopus, que respiran por la piel (usualmente de colores vibrantes) y por los pulmones, lo cual las hace sensibles a cualquier cambio en la humedad o en la temperatura de sus hábitats. Están distribuidos en la región Pacífica, Caribe, Amazónica y Andina de Colombia, con 41 especies, de las cuales 26 se encuentran en peligro crítico (CR), ocho están en peligro (EN) y una es vulnerable (VU).

En la actualidad existen dos amenazas puntuales para ellas: “la deforestación por ganadería y la contaminación por agricultura; y un hongo al que le decimos BD, que habita en regiones conservadas, infecta a los anfibios y reduce su capacidad de movimiento y alimentación. Actualmente es una pandemia para ellos”, sostiene Urbina-Cardona.

¿Qué representaría la desaparición de esta especie? La desaparición de una pieza clave para el control de insectos generadores de zika, dengue o malaria entre otras enfermedades; y de plagas de cultivos como la broca del café o las langostas. Además, se perdería su contribución a tratamientos clínicos contra el alzhéimer, el cáncer, el VIH y la diabetes.

Su conservación depende de la conservación de su ecosistema.

Nutria gigante de río

Esta especie de mamíferos carnívoros pueden llegar a medir hasta 180 centímetros, y a pesar hasta 45 kilos. Son exclusivos de las cuencas del Orinoco y del Amazonas, y no sobra decir que al ser un super predador, se encuentra en la cima de la pirámide trófica, cumpliendo un papel fundamental dentro del ecosistema, pues regula y mantiene saludables a las poblaciones de sus presas (se alimenta de peces, cangrejos e incluso serpientes y crías de caimán), lo cual hace clave su conservación.

La presencia de estos animales es un indicador de que el ecosistema está en buen estado ya que no pueden permanecer en sitios que no les permita alimentarse bien, mejor lo explica Gómez: “Las nutrias gigantes del río requieren de una base ecosistémica saludable que les de su requerimiento alimenticio. A veces los ecosistemas no alcanzan a proveer la comida suficiente para estos predadores, por lo que salen a buscar comida en los sistemas productivos humanos, entonces ahí es cuando ocurren los conflictos entre los superdepredadores y, por ejemplo, los sistemas ganaderos, los terneros, gallinas, entre otros”.

Las razones por las que se encuentran amenazadas son: porque al ser súper depredadoras acuáticas algunos pescadores las ven como competidoras por el recurso pesquero (lo que ya se demostró que no es cierto); porque en algunos casos terminan enredadas en las redes de pesca y se ahogan; y porque se ven afectadas por la contaminación y por la acumulación de metales pesados en los cuerpos de sus presas (peces). Hoy es necesario proteger su hábitat, respetar su alimento a través de la pesca responsable y crear consciencia sobre su importancia para la biodiversidad entre la comunidad con la que comparte territorio.

Manatí del Caribe

Son animales corpulentos cuyo aspecto pisciforme puede llegar a medir tres metros de largo y a pesar hasta 600 kilos. “Es el único mamífero totalmente acuático que es herbívoro”, explica Gómez. “Además, está muy afectado por la pérdida y la desecación de humedales como las ciénagas del Magdalena y del Cauca; por la contaminación; y por la competencia y las transformaciones que le suponen a su hábitat la presencia de los hipopótamos introducidos por el narcotráfico en los años 80”.

Al ser una especie de enorme biomasa participan de manera activa en el ciclado de nutrientes dentro de su ecosistema, por lo que su supervivencia está “ligada a la recuperación de los ecosistemas costeros y sus aguas, al igual que su relación con el ser humano. Para conservarlos se necesitan soluciones integrales que ataquen los problemas fundamentales de las comunidades humanas que viven junto a ellos, como la seguridad alimentaria, la educación y la calidad del agua”, tal como puede leerse en el artículo “Los retos a los que se enfrentan seis animales colombianos en peligro”, de Pesquisa Javeriana.

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