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Hay nuevas especies en el Valle de Aburrá, esta es la razón

Son varias las razones por las que en los últimos 20 años se han hallado tantas especies. Mire cuántas.

  • Especies que han sido descubiertas recientemente en el Valle de Aburrá. FOTO CORTESÍA VÍCTOR HUGO QUIROZ HERRERA
    Especies que han sido descubiertas recientemente en el Valle de Aburrá. FOTO CORTESÍA VÍCTOR HUGO QUIROZ HERRERA
  • Schistes geoffroyi. FOTO CORTESÍA VÍCTOR HUGO QUIROZ HERRERA
    Schistes geoffroyi. FOTO CORTESÍA VÍCTOR HUGO QUIROZ HERRERA
  • Calliphlox mitchellii.FOTO CORTESÍA VÍCTOR HUGO QUIROZ HERRERA
    Calliphlox mitchellii.FOTO CORTESÍA VÍCTOR HUGO QUIROZ HERRERA
04 de marzo de 2020
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Un buen observador de aves verifica dos veces si la que vio de soslayo era esa que buscaba. Víctor Hugo Quiroz Herrera trabaja con esas que vuelan hace 18 años y aunque no es ornitólogo de formación, sino veterinario, se ha hecho pajarero afinando la vista y la escucha.

En la comunidad de la región confían en él para comprobar qué ave es esa que fotografiaron. Eso pasó con una recientemente registrada en el Valle de Aburrá y que no se había visto por aquí, aunque sí en otras latitudes: el rastrojero rubicundo (Cranioleuca erythrops). También pasó con una más inusual, el Águila Crestada (Spizaetus isidori), una rapaz local y rara en los Andes colombianos. “Esta tiene varios registros en el Suroeste antioqueño, pero se considera una de las águilas más amenazadas de Sudamérica”, cuenta.

Quiroz, uno de los autores del libro Guía Fotográfica de las Aves del Valle de Aburrá, que ya va en su segunda edición (2018), cuenta que las publicaciones científicas de los últimos años del valle son buenas y juiciosas.

Las del Valle

Esta guía fue la primera que hubo en el país para un territorio metropolitano publicado por la Sociedad Antioqueña de Ornitología y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Una respuesta natural al creciente número de observadores de aves de la región. “Cuando publicamos la primera edición (2014) se contaron 488 especies, una cifra que elevó en unas 50 la riqueza que ya en 2001 habían determinado un par de ornitólogos antioqueños”, contabiliza Quiroz, coautor de la obra junto con Ulises Muñoz, Juan Ochoa y Wilmer Quiceno.

Esta pieza incluye registros ocasionales o escasos de aves, especies migratorias, vagantes o erráticas que han sido capturadas o registradas cerca al Río Medellín, especies cuyos registros se consideran dudosos y hasta aquellas que no han sido observadas o registradas desde hace varias décadas.

Luego, de 2014 a 2018, Muñoz, Ochoa, Quiceno y Quiroz registraron 22 especies más. La cifra se elevó a 510 para noviembre de ese año. Y posterior a esa fecha, cuenta Quiroz, quien lleva un registro cuidado desde hace dos décadas, se han sumado 11 más para un total de 521 especies de aves en el Valle.

¿Aves en alza?

Colombia es el país más rico en estos animales, con un total de 1.954 especies, cuenta Johana Reyes, socia activa de la SAO y bióloga de la Universidad del Atlántico. Una cifra que puede ser más alta, porque hay muchos lugares del país que no han sido explorados por sus condiciones geográficas y sociales, lo que abre la posibilidad de encontrar más. Y aquí el acuerdo de paz empieza a jugar un rol importante. “La razón por la que hay lugares sin registros nuevos se debe a que nadie ha podido ir en los últimos 20 o 30 años”, contextualiza Quiroz.

A pesar de estas condiciones, agrega el pajarero, las autoridades ambientales de la región han hecho varios esfuerzos para declarar zonas de reserva a sitios como La Asomadera, el Cerro El Volador, Cerro Nutibara, Ditaires, Piamonte y el Trianón, lo que ha permitido encontrar nuevos registros.

Reyes lo confirma: “El trabajo que ha hecho el Área Metropolitana fortaleciendo su conectividad ecológica a través de los corredores verdes es de admirar y además responde a la necesidad de un aire más limpio”.

Estos corredores permiten conservar el acervo genético, estimula la combinación de genes, permite que las especies tengan oferta alimentaria, que se puedan reproducir y permanezcan allí. O vuelvan, eso pasó con el colibrí.

En el Alto de San Miguel, por ejemplo, en La guía sonora de las aves del refugio de vida silvestre (2015), se inscribieron 220 especies. Un número que incrementó en Estudios en Biodiversidad del Alto de San Miguel (2019) de la Secretaría de Medio Ambiente. Allí se sumaron 13. El capítulo sobre diversidad de aves fue escrito por Quiroz, la bióloga Laura Pinto y el guía Daniel Herrera. Esto elevó la cifra a 267 especies.

No es que haya más biólogos, sino que los registros de aves se incrementan gracias a un mayor acceso a la información que estimula que la gente se interese con facilidad; el pajareo atrae a un gran público y no se puede desconocer que la tecnología está cada vez más al alcance. La aplicación E-bird, reconocida por ornitólogos y aficionados, permite hacer registros de aves, reproducir sus cantos para atraerlas, incluso sin acceso a internet.

Las aves están en casi todos los ecosistemas del planeta. Entre más se conozcan, se esperan más acciones de conservación que permitan preservarlas, así como a los ecosistemas que habitan.

Schistes geoffroyi. FOTO CORTESÍA VÍCTOR HUGO QUIROZ HERRERA
Schistes geoffroyi. FOTO CORTESÍA VÍCTOR HUGO QUIROZ HERRERA
Calliphlox mitchellii.FOTO CORTESÍA VÍCTOR HUGO QUIROZ HERRERA
Calliphlox mitchellii.FOTO CORTESÍA VÍCTOR HUGO QUIROZ HERRERA
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especies de aves se han registrado en el Valle de Aburrá: Víctor Quiroz.

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