viernes
7 y 9
7 y 9
¿Cómo llegó el caracol gigante africano, especie originaria de países como Kenia y Mozambique, hasta los barrios y viviendas de Medellín? Hace algunas semanas que los habitantes de la Loma de los Bernal, en Belén, ven salir al caracol de caños o riachuelos contiguos a sus casas.
Y lo que más les preocupa, en una zona en la que existen varias canchas sintéticas y juegos infantiles, es el riesgo para la salud que este molusco invasor podría representar.
Entre los vecinos han llegado a recolectar, incluso, hasta 18 kilos de caracoles africanos, según Santiago Rodríguez, residente de Cedros de La Colina, una de las urbanizaciones del sector. En canecas, cuenta, fueron transportados estos animales hasta la estación de paso de fauna silvestre en el Jardín Botánico de Medellín.
Sin embargo, dijo Rodríguez, a pesar de los llamados insistentes de la comunidad al Área Metropolitana, la capacidad de respuesta de la autoridad ambiental aún se queda corta frente al problema.
El caracol gigante africano, Achatina fulica, es una especie exótica e invasora que se alimenta de casi todo, incluyendo más de 500 especies vegetales y hasta material en descomposición. No es riesgoso por sí mismo, pero sí se trata de un vector: al alimentarse de heces de ratas, por ejemplo, puede adquirir parásitos del medio como el nematodo, causantes de enfermedades graves en humanos como la meningoencefalitis.
Víctor Vélez, profesional del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA) explicó que la entidad ha identificado la presencia de esta especie en sectores como la Loma de los Bernal, El Salvador (Buenos Aires), El Poblado y también la Nueva Villa de Aburrá.
El profesional indicó que, para su control y manejo, el AMVA recibe las llamadas de la comunidad (que puede comunicarse al 3856000 Extensión 127), luego el personal calificado se desplaza hasta la zona y realiza la recolección de la mayor cantidad posible de animales. Una vez recogidos, los caracoles son congelados de acuerdo con un protocolo de manejo de biológicos y residuos peligrosos.
Vélez puntualizó que la recomendación para los habitantes, en caso de notar la presencia de esta especie, es reportarlo al AMVA y recoger los animales haciendo uso de guantes de cirugía para que no haya contacto con la baba del caracol. Además, no lanzarlos a fuentes hídricas, no permitir que los niños jueguen con el molusco y tampoco tenerlos como mascotas.
En el área rural del Valle de Aburrá, la autoridad ambiental encargada es Corantioquia. César Tulio Valencia, zootecnista del grupo de fauna de esta entidad, afirmó que el caracol africano es una de las 100 especies invasoras más agresivas, que además de poner en riesgo a la salud humana, afecta al medio ambiente y a los cultivos (puesto que se alimenta de las hojas de las cosechas y altera la producción agrícola).
Dentro de la jurisdicción de Corantioquia, añadió Valencia, el caracol hace presencia en 23 municipios. Se detectó por primera vez en 2012, en Santa Fe de Antioquia, y ya está también en otras localidades de clima caliente como La Pintada, Jericó, Andes, Ciudad Bolívar, Salgar, Titiribí, Amagá, San Jerónimo, Sopetrán, Olaya, Yondó y Puerto Berrío.
Valencia explicó que en la zona rural se utiliza una solución saturada de agua y sal (o agua y cal) para su eliminación: en un balde se introducen los caracoles en esta mezcla, donde mueren deshidratados, posteriormente se realiza un hoyo (lejos de fuentes de agua, para evitar su contaminación). En el fondo del hoyo se pone cal, se introducen los caracoles, y se tapan con tierra.
En este proceso, el zootecnista destacó la importancia de contar con el apoyo de la comunidad en las jornadas de recolección realizadas por la autoridad ambiental, siempre utilizando los guantes.
Y “ese animal tan lento”, como suelen preguntar algunos, ¿cómo es que cruzó el África y se instaló en la ciudad? “El hombre ha hecho que este caracol se propague”, explicó Valencia.
También, por su tamaño o rareza, algunas personas han contribuido a su dispersión de forma voluntaria.