Aunque a simple vista los árboles parezcan seres estáticos, no lo son: tienen su propio ciclo de vida, se enferman, se reproducen, se alimentan, mudan sus hojas, sienten y mueren, pese a que estén en la Tierra por muchas generaciones, por eso, aprender a cohabitar con ellos, en la zona urbana del Valle de Aburrá, es fundamental para salvaguardar su vida y la de nosotros como sus vecinos.
Pero para salvaguardarla primero hay que entender cómo es su funcionamiento interno, pues para que un árbol pueda crecer, liberar oxígeno en ambiente y mantenerse firme en el suelo, suceden unos procesos biológicos complejos en su interior, y para ello el Área Metropolitana explica, en un recorrido general por sus partes y por las funciones de cada una de ellas:
La copa: Es la parte superior de los árboles, que comprende las hojas y las ramas. Ella atrapa la energía solar y la transforma en glucosa, su alimento, vital para su crecimiento y desarrollo, a este proceso se le conoce como fotosíntesis.
Además, a través de ella, se da el proceso de transpiración, que consiste en la liberación de vapor de agua al aire. Este proceso ayuda a regular la temperatura del árbol y del entorno circundante, al proporcionar sombra y disminuir la temperatura del suelo y del aire debajo de ella.
La forma de la copa y su estructura puede variar según la especie del árbol y las condiciones ambientales a las que esté expuesta.
El tallo: proporciona soporte y estabilidad al árbol, permitiéndole crecer con una postura vertical, además a través de él se transporta el agua, nutrientes y azúcares entre las raíces y las hojas del árbol.
El tallo tiene diferentes capas: en el centro está la médula, una capa interna de tejido blando que le da soporte; alrededor de ella está la madera, una capa dura y resistente compuesta principalmente de células muertas y vasos conductores que transportan agua y nutrientes.
Y por último está el cambium, una capa delgada de células vivas que es responsable del crecimiento en el grosor del tronco hacia adentro, y hacia afuera forman la corteza, que lo protege de daños y enfermedades.
Raíces: sostienen y anclan el árbol en el suelo, además absorben el agua y las sales minerales que necesita para su alimentación y crecimiento.
Al extenderse ampliamente bajo el suelo, forman una densa red que le permiten hacer un intercambio gaseoso, mediante pequeños poros llamados lenticelas, entre el ingreso de oxígeno y la liberación del dióxido de carbono.
Por otro lado, las raíces generan una interacción simbiótica con hongos beneficiosos, conocidos como micorrizas, que le ayudan a aumentar la absorción de nutrientes del suelo y a cambio este les da los carbohidratos necesarios para su supervivencia.
¿Qué son los árboles en riesgo?
Luego de conocer el funcionamiento interno de los árboles, vale la pena adentrarnos en por qué convivir con ellos en la zona urbana implica hablar, además de sus beneficios ecosistémicos, de árboles en riesgo.
Esta es una categoría que se le da los árboles que, según el ingeniero forestal del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Elkin Jaramillo Gallego, “son aquellos individuos arbóreos, que no tienen un buen estado de salud, que no están sanos, que presentan deficiencias tanto en su sistema de raíz, en el tallo, en la copa o en sus ramas. No siempre sus características implican talarlos, lo que se puede hacer es realizar algún tipo de intervenciones o tratamientos para tratar de conservarlos el mayor tiempo posible, en pie. En síntesis, un árbol en riesgo es aquel que presenta unas características que en algún momento dado pueden ocasionar una afectación a las personas o a los bienes, o se da también, cuando los árboles sufren o podrían estar expuestos a ser dañados o talados intencionalmente, y sin permiso, por parte de algunos habitantes”.
¿Qué condiciones ponen en riego a los árboles?
* Eventos climáticos extremos: Dentro del riesgo existe la amenaza que es causada por efectos climáticos, principalmente las tormentas que están asociadas a fuertes lluvias y a fuertes velocidades de viento, que generan la caída de ramas o de todo el árbol, poniendo en riesgo transeúntes o inmuebles.
* La presencia de plantas parásitas: Estas plantas usan los árboles como hospederos, sustrayendo su savia, lo cual promueve su debilitamiento y muerte sistemática al quitarle sus nutrientes.
* Cuando inician un proceso de descomposición interna: Se trata de las grandes cavidades que se forman en la parte basal, ya sea de forma natural o antrópica, que ponen en riesgo la estabilidad del árbol.
* Cuando un árbol está totalmente seco: Se puede considerar en riesgo porque puede sufrir volcamiento, caída de ramas o tronco, que pueden ocasionar afectaciones.
Acciones humanas que ponen a los árboles en riesgo
* Anillamiento de los árboles: Buscar intencionalmente que el árbol muera, es como una estrangulación. Interrumpiendo la continuidad de los conductos que transporta las sustancias elaboradas por las hojas, luego del proceso de fotosintesis. Por esta afectación, las raíces pueden morir, generando posteriormente un riesgo de desplome, que puede afectar a los habitantes y/o los bienes materiales.
* Hacer de un árbol “un florero”: Colgarles letreros, clavarles puntillas para poner adornos, instalarles cables de luz para “decorar la cuadra”. Muchas de estas acciones pueden generarles heridas a los árboles, que se pueden infectar después, ocasionando su deterioro. Además, esta contaminación lumínica puede afectar la fauna que hace de ellos su hogar.
* Dañar o intervenir un árbol porque “estorba o echa basura”: No hay que olvidar, que cohabitar con los árboles en la zona urbana implica, además de gozar de sus beneficios, asumir el deber ciudadano de cuidarlos. Por ello, si se presenta una situación en la que percibas un árbol en riesgo, es necesario que te comuniques con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, para reportar tu caso.
Ahora, si en su caso quieres solicitar la intervención de árboles, palmas o arbustos, debe hacerlo ante la entidad en la taquilla de Atención al Ciudadano, ubicada en la carrera 53 # 40 A 31, o su solicitud también será atendida por la Línea de Atención al Ciudadano Metropolitano: 385 6000, extensión 127 o a través del correo electrónico atencionausuario@metropol.gov.co.
Curar para no talar
La articulación institucional es fundamental para la atención oportuna y adecuada de los árboles en riesgo. Por ejemplo, en casos en los que los árboles pueden ser intervenidos para curar algunas heridas causadas por acciones humanas o por parásitos, el Área Metropolitana junto al Jardín Botánico y a las secretarías de medio ambiente de los 10 municipios, logran hacer intervenciones que buscan su curación para mantenerlos en pie más tiempo.
“Si usted le hace un cariñito al árbol puede evitar su descomposición y pudrición, y puede aumentar la longevidad de los árboles. El árbol tiene algo que se llama la capacidad de compartimentar, es lo que llamamos nosotros, un callo o la cicatrización. Entonces, cuando uno le facilita eso, él empieza a cicatrizar bien, al punto que cierra la herida. Y así como nosotros, cuando tenemos una herida, uno la cura y la tapa, porque si la dejamos abierta es susceptible a que por ahí nos puedan llegar infecciones, y eso mismo le pasa a los árboles. No hay que olvidar que el árbol es un ser vivo”, explica el ingeniero forestal, John Geyver Herrán Varón, quien lleva 10 años en la entidad y ha impulsado otros procesos como la conformación del equipo de gestión del riesgo asociado a la biodiversidad.
¿Quiénes atienden las solicitudes asociadas a los árboles en riesgo en la zona urbana del Valle de Aburrá?
Para atender la demanda ciudadana asociada a árboles en riesgo, las tres unidades de la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana del Valle de Aburrá se articulan para trabajar mancomunadamente, según el tipo de riesgo asociado a los árboles que se presente:
* Unidad de Gestión del Riesgo: casos asociados a movimientos en masa, inundaciones, socavaciones, entre otros.
* Unidad de Control y Vigilancia: ejerce las funciones de autoridad ambiental. Son profesionales que atienden solicitudes radicadas, mediante los canales mencionados anteriormente.
* Unidad de emergencias ambientales: cuando el riesgo es inminente, y requiere una atención inmediata.
“Actualmente, tengo a cargo un grupo en este momento de 10 profesionales forestales en trabajo de campo, con los que buscamos priorizar y dar respuesta a las solicitudes que hace la ciudadanía. En las evaluaciones, según el caso se hace un diagnóstico completo desde lo que se puede ver, desde fuera, es decir el tallo y la copa, y lo que podamos ver de su entorno. Además, se tienen en cuenta otras variables como la especie del árbol, el comportamiento de este a lo largo de su vida, y, sumados al conocimiento profesional, se toman decisiones”, explica el coordinador Córdoba, desde lo que hace su equipo en la Unidad de Control y Vigilancia.
Estos son algunos de los pasos asociados a la evaluación de árboles en riesgo:
* Inspección detallada del árbol: base, tallo, ramas y raíces.
* Nivel de riesgo asociado a la especie: se tiene en cuenta las características propias del tipo de árbol que se evalúa.
* Uso de tecnología para afinar el diagnóstico: se usan instrumentos como los tomógrafos, espadas de aire, resistógrafos, entre otros.
La normatividad que cobija estás acciones está ligada al Decreto 1076 de 2015, único en el sector ambiental, en el que se habla sobre el aprovechamiento de árboles, así como sobre los árboles en riesgo, “el Área Metropolitana del Valle de Aburrá ha sido pionera en normatividad en Colombia y creo que Latinoamérica, en cuanto a este tema, la Resolución Metropolitana 915 del año 2017 , es ejemplo de ello. Nosotros no solo podemos autorizar o negar tratamientos, o hacer control y vigilancia sobre los árboles, sino también de otras especies como los arbustos, con el fin de que no se acabe ese recurso”, agregó el ingeniero Córdoba.