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Don Francisco Javier Mejía es un jubilado del sector constructor que siempre sintió esa fascinación por la radio, no solo por el logro tecnológico que representa, sino también por su poder de transformar la sociedad. Foto: Julio César Herrera. -
Se empeñó en conseguir y salvar de forma empírica cerca de 200 radios, de todo tipo, pertenecientes a una veintena de marcas que datan incluso de los años 50, según comentó. Foto: Julio César Herrera. -
Desde hace un año, cuando obtuvo su jubilación luego de trabajar 43 años en el sector de la construcción, don Francisco se empeñó en conseguir y salvar de forma empírica cerca de 200 radios. Foto: Julio César Herrera. -
Don Francisco Mejía decidió dedicar su jubilación a arreglar rarezas de radios empíricamente. Foto: Julio César Herrera. -
Se emociona mostrando su colección, tal vez su principal orgullo después de su familia. Por eso brinca de un lado a otro mostrando partes de ella y contando porque son tan importantes o cual es la rareza de cada una. Foto: Julio César Herrera. -
Si bien su pasión por la radio data desde su niñez, una de sus adquisiciones más queridas es una vieja grabadora Sankey de los años 80. Foto: Julio César Herrera. -
Su colección la coronan una serie de discmans y caseteras -entre walkmans y viejas grabadoras de periodistas- en las que reposan algunas grabaciones privadas de Mario Posada Ochoa, el mítico gerente de Movifoto y uno de los cineastas empíricos más importantes de la vieja Medellín. Foto: Julio César Herrera.
Francisco les devuelve la vida a los radios que no suenan hace 50 años
En plena era digital -del Spotify y del podcast- en un apartamento del barrio Laureles todavía se escucha como las transmisiones de ondas hertzianas salen gangosas de algún viejo radio con más de 30 años de estar sonando.