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Los paleros esperan desde las 5 de la mañana hasta las 5 de la tarde en el borde da la vía para que algún conductor los escoja y se lo lleve a trabajar. Foto: Camilo Suárez Echeverry -
José Luis uno de los tantos paleros de Medellín. Vive en Moravia con su esposa, su hijo y sus perros, en un rancho a donde llegó después de que la casa donde vivía se quemara en el 2017. Cuando llueve se moja casi todo. Foto: Camilo Suárez Echeverry -
No hay hora de entrada ni de salida. Nadie sabe qué tan grande es la volqueta que tendrá que cargar o descargar ni dónde tendrá que hacerlo ni quién será su compañero de trabajo. Foto: Camilo Suárez Echeverry -
Con palas en mano y la esperanza de un jornal diario, estos hombres forman parte del sector informal de la economía, buscando oportunidades de trabajo en medio de la incertidumbre y la precariedad. Foto: Camilo Suárez Echeverry -
Su día a día está marcado por la espera, la competencia y la incertidumbre. No saben cuándo llegará su turno, ni cuánto pagarán por el trabajo, ni si tendrán suficiente para cubrir sus necesidades básicas. Foto: Camilo Suárez Echeverry -
A pesar de las dificultades, los paleros se aferran a la esperanza de encontrar un trabajo que les permita llevar el sustento a sus hogares. Foto: Camilo Suárez Echeverry -
En cuestión de cinco segundos el volquetero señala con el dedo a la pareja de paleros que se quiere llevar. Ve el catálogo que tiene disponible y escoge, “sí, no, sí, mmm, a ver qué más hay”, como si deslizara el dedo en una aplicación de citas. Camilo Suárez Echeverry -
No hay nada qué negociar. El pago es el mismo: $110.000 por viaje para los dos: $55.000 para cada uno. El resto: el lugar de trabajo, las horas y las condiciones no importan, dan lo mismo. Foto: Camilo Suárez Echeverry -
Los paleros se paran al borde de la calle con la pala en alto, como izando un arma, demostrando que no les pesa. Foto: Camilo Suárez Echeverry -
En el acopio son 20, tal vez 30 paleros. Todos con la pala en mano, la rutina es sencilla: solo hay que esperar el llamado. Foto: Camilo Suárez Echeverry
Jornaleros en suspenso, paleros esperan volqueteros para poder trabajar
La escena se repite cada mañana en las calles de Medellín: decenas de hombres, conocidos como “paleros”, se agrupan en esquinas y puntos estratégicos de la ciudad, esperando ser seleccionados por un conductor de volqueta para realizar un trabajo temporal paleando arena.