En lo corrido de 2021, desde Colombia se le han vendido US$51,6 millones en aeropartes a Estados Unidos. Así lo indican las métricas de exportaciones reveladas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).
Aunque en teoría esto indica un desempeño positivo, conocedores del sector opinan que es necesario desagregar las cifras para entender cuáles piezas se están produciendo en el país y si llevan algún tipo de valor agregado.
Según Colombia Productiva, entidad encargada de impulsar la política industrial del país, las cosas iban bien y para 2019 se había registrado un récord en las ventas externas, por un monto US$89 millones.
La entidad recalcó que la pandemia golpeó en 2020 el desempeño de este renglón y provocó una caída anual del 58% en los envíos.
Una contracción que se ha venido subsanando y al ser preguntada sobre los componentes que se están manufacturando aquí, precisó que hay registros de turborreactores, partes de aviones y helicópteros, partes de trenes de aterrizaje, partes de hélices y rotores, aeronaves pequeñas y asientos.
Una revisión pausada
Diego Muñoz, presidente de la junta directiva de la Federación de la industria Aeroespacial Colombiana (Fediac), sostuvo que el informe de exportaciones debería examinarse con detenimiento toda vez que, con base en los estudios del gremio, no hay todavía una empresa en el país con capacidad para producir turborreactores ni mucho menos con el certificado para venderlos.
En este punto, citó hallazgos del estudio denominado Marco Nacional de Cualificaciones, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y cuya principal conclusión —dijo— “es que falta mucho camino recorrer”.
Para la caracterización de las compañías alineadas en este sector se tuvieron en cuenta varios criterios. Entre ellos, que el 70% de sus ingresos operacionales provenga de esta actividad, porque no todas las participantes la tienen como principal foco, según lo explicado por Muñoz.
Con ello en mente, indicó que solo 25 de las 180 firmas analizadas están en una fase adelantada en las áreas de ingeniería, diseño y manufactura de aeropartes, pero “el problema es que todas son micro, pequeñas y medianas”.
“A muchas de ellas les falta incrementar la competitividad porque venden productos que cuentan con sustitutos en el mercado y no tienen el músculo para respaldar contratos con las grandes casas productoras de aeronaves”, enfatizó el presidente de Fediac.
¿Qué vendemos?
Cerca del año 2000, Colombia comenzó a incursionar en la industria de las aeropartes, tal como lo recuerda Muñoz. Sin embargo, a partir de la información levantada por Fediac puede inferirse que el país continúa en una etapa de preparación para ser un verdadero competidor de la industria global.
El líder gremial explicó que las aeropartes están divididas en tres clases. En la primera se encuentran todas las piezas con el mayor grado de criticidad para la aeronavegación, por ejemplo, turbinas, hélices y rotores; en la segunda están aquellos componentes usados para interconectar a las primeras, y en la tercera se ubican partes sencillas de quincallería: tornillos, remaches y asientos.
Esta última, indica la caracterización de Fediac, es en la que está participando Colombia y el objetivo en el mediano plazo consiste en generar una proveeduría robusta de esas piezas.
Por ende, las ventas a EE. UU., desde la óptica del experto, pueden componerse principalmente de equipos para la explotación en tierra, que incluyen todo la red de artefactos usados en los aeropuertos. Además, las empresas colombianas venden simuladores de vuelo.
En línea con ese gran propósito de alistar al país para ser un jugador fuerte, “la agremiación está trabajando en cinco ejes: conexión estratégica, desarrollo de talento humano, investigación, desarrollo integral de la industria y cooperación e internacionalización”, resaltó Muñoz, quien además enfatizó que es perentorio evitar la conversión de Colombia en un país dedicado a ensamblar toda la tecnología producida afuera