Estefanía Martínez, reside en Medellín, tiene 25 años y lleva 36 meses buscando su primera oportunidad laboral. Ella relata que estudió hotelería y turismo, pero el tiempo va pasando y no ha podido encontrar una empresa que le abra las puertas.
Ella hace parte de las 1,4 millones de mujeres que actualmente se encuentran desempleadas en Colombia, un país en el que la tasa de desocupación entre las jóvenes es superior en un 11,2% a la tasa de los hombres, según lo reportó recientemente el Dane.
“Me siento mal porque mis padres hicieron una inversión muy fuerte en mi educación y yo no he podido empezar a trabajar. Debería estar ayudándoles a pagar los créditos que ellos pidieron para mi universidad, pero en cambio estoy sin trabajo, sin sueldo y generando más gastos”, narró.
Frente a este panorama, afirmó que ya está buscando empleo en otro tipo de oficios y está enviando hojas de vida a concesionarios de vehículos y almacenes de cadena.
Aunque según el Gobierno hay signos de mejoría en el mercado laboral para ellas, lo cierte es que, entre noviembre de 2020 y 2021, solo 410 mujeres lograron superar la inactividad laboral y, conforme a los relatos conocidos por este diario, están encontrado diversas barreras para engancharse laboralmente.
Formación subvalorada
Otra medellinense de 40 años, quien pidió la reserva de su identidad, contó que lleva 24 meses en búsqueda de un empleo y, hasta ahora, solo recibe mensajes de gratitud en el correo cada vez que es descartada en un proceso de selección.
“Ser trabajador social es muy duro, la gente piensa que el trabajo humanista siempre es voluntario, pero nosotros también tenemos que pagar cuentas”, relató al exponer que, desde su óptica, su profesión está subvalorada.
Además, siente que su edad también se está convirtiendo en un impedimento a la hora solicitar empleo.
Aunque trata de conservar la calma mientras sigue buscando, reconoce que hay momentos difíciles, pero no se arrepiente de haberse formado como trabajadora social.
“Yo hablo de esto con un primo que era muy humilde, él estudió desarrollo de software y actualmente tiene unos ingresos elevados. Pero yo pienso que uno no debe estudiar algo pensando en que va encontrar un empleo más fácil”, resaltó.
“Igual —añadió— me he postulado para empleos que no tienen nada que ver con mi profesión y me descartan por tener estudios universitarios. Entonces yo veo que hay cosas muy locas en las empresas”.
Paralelamente, Claudia Ochoa, una docente de 47 años, se quejó al señalar que el mercado privilegia la contratación masculina y, en ocasiones, según sus palabras, los seleccionadores tienen inclinaciones hacia personas de mediana edad.
Estímulo oficial
La Ley de Inversión Social (reforma tributaria), aprobada en 2021, contempla otorgar un subsidio del 15% a las compañías que contraten mujeres por una retribución de tres salarios mínimos legales vigentes. Adicionalmente, se aprobó el subsidio al empleo joven, que consiste en el desembolso de un 25% sobre el salario mínimo.
Según el Ministerio de Hacienda, “350.000 mujeres se beneficiarán de las nuevas medidas para generar empleos
11,2%
es la brecha en la tasa de desempleo entre hombres y mujeres, según el Dane.