En 2017, la producción primaria y de recursos naturales representó 80 % de las exportaciones, 10 % más que en 1991 y pese a la tradición manufacturera del país esta actividad se ha vuelto cada vez menos relevante y competitiva; de hecho, la participación de este sector en el Producto Interno Bruto (PIB) es hoy la mitad que en 1980 y la industria local se enfrenta a un mercado global.
Lo anterior, en un panorama en el que tras cinco décadas de conflicto, el mundo reconoció la firma de un acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc, un escenario en el que se duplicó el PIB per cápita en 17 años, la economía creció en un promedio anual de 4,3 %, el doble de la tasa de América Latina, y el índice de pobreza cayó de 50 % a 28 %.
Estas son de las paradojas que reseña la Revisión de la Política de Transformación Productiva, dada a conocer ayer por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), y realizada tras un análisis profundo durante 15 meses de la economía nacional —en colaboración con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (Cepal), la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) y la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onundi)—.
Por esto, el documento planteó tres caminos para cambiar el rumbo, basado en las falencias estructurales del país al fortalecer las capacidades de planificación para construir el futuro, materializar el potencial de las regiones y la activación de mecanismos para aprovechar el comercio y las inversiones.
Pese a que suenan objetivos muy nebulosos, la Ocde plantea que “Colombia podría actualizar su estructura de planificación creando nuevos incentivos” para “conseguir un compromiso común de dotación presupuestaria y aplicación de las políticas”.
Además, plantea la necesidad de simplificar los trámites, mejorar la infraestructura de la comunicación en las regiones, promover la innovación y diversificación de las exportaciones, así como pasar de la “adopción de la tecnología a la creación”. Las regiones son clave para la diversificación productiva y ampliar la participación en las cadenas globales de valor.