El reconocido empresario belga y líder ambiental global, Gunter Pauli, dice que los números y flujos de caja vuelven “miopes” a las organizaciones del mundo.
Autor de varios libros, entre ellos “La economía azul”, además de ser emprendedor, reconoció en su visita reciente a Medellín que la verdadera sostenibilidad usa las fuerzas del mercado para retribuir valor al campesino, además de fomentar el pleno empleo y usar los recursos necesarios sin generar desechos.
Propone un nuevo tipo de economía, regida por la innovación y la creatividad. Su tesis: pensar simple, volver a ser como niños, sin tanta complicación para aprovechar las riquezas naturales.
Invitado por AngloGold Ashanti, Cornare y BanCO2, dictó una conferencia en el hotel San Fernando Plaza, en la que dio luces a empresarios, académicos e instituciones comprometidas con el desarrollo sostenible.
EL COLOMBIANO habló con Pauli sobre los retos que tiene el empresariado del país, respecto a ese nuevo orden económico que se fundamenta en aprovechar riquezas naturales de forma responsable e inteligente, pero generando mayor equidad social.
Usted dice que son obvias las soluciones a la problemática de la sostenibilidad. ¿Por qué no las asumimos?
“Nos falta volver a ser como niños. Ellos no se preguntan todo, si se entusiasman con algo, simplemente lo hacen, mientras que nosotros le damos vuelta a todo. Somos demasiado intelectuales, muy serios con la vida, no nos entregamos a las oportunidades del momento. El niño no tiene miedo a lo nuevo, lo quiere descubrir todo, pero los adultos no queremos hacerlo. Hablamos más de problemas, miedos, de cuánto valen las cosas, de los flujos de caja, pero no pensamos de manera simple”.
¿Por dónde debemos empezar ese cambio?
“Con nuevos modelos de educación, tanto para niños como para estudiantes de posgrado. Tenemos que crear una nueva generación de personas para los negocios, que dejen de echar tantos números y aprendan a ver las oportunidades a su alrededor. Además, cada uno de nosotros debe cambiar de mentalidad y para ello hay que reprogramar el cerebro. Por ejemplo, en las diversas empresas sostenibles en las que es cofundador, está prohibido utilizar el Excel. Tampoco se permite hacer planes de negocio”.
De otro lado, ¿a qué se refiere con utilizar las fuerzas del mercado para retribuir al campesino?
“Volver la mirada al campo y sus riquezas implica reconocer el protagonismo de los campesinos. Para ello hay que cambiar el modelo de negocio, sin intermediarios. Eso lo he comprobado en más de 200 proyectos ejecutados en los últimos 25 años. Algunos piensan que por ser sociales o ecológicos no somos competitivos. Si el modelo de negocio retribuye el talento que hay en el campo, podremos ser más creativos, innovar de manera conjunta”.
¿Qué ejemplos tiene en Europa?
“En Italia usamos una planta silvestre llamada cardo. Con ella obtenemos polímeros, productos químicos, fertilizantes y hasta concentrados para animales. La ventaja es que esta planta no se la comen ni las vacas. No hay que cultivarla, no se le echa agua, ni abono. Lo único es cosecharla. Por eso vimos una oportunidad allí y ahora tenemos una planta de producción de 60.000 toneladas anuales de bioquímicos, todo a base de cardo. Eso es competitividad y a eso apunta Italia, que produce biocombustibles a base de cardo. Ni Arabia Saudita tiene un petróleo tan barato como este producto. Eso es pensar diferente, de manera simple”.
¿Por qué resalta la importancia del conocimiento empírico en este nuevo orden económico?
“Porque permite utilizar al máximo los recursos naturales disponibles. Los campesinos tienen experiencia en su uso. Recuerdo que cuando abrimos la fábrica que transforma el cardo, una señora nos compartió su saber. Nos aclaró lo que podíamos hacer con el polvo blanco que está en la parte superior del cardo. Así aprendimos que se podía utilizar como enzima para producir queso de cabra. Este insumo lo teníamos a la mano, pero no sabíamos”.
¿Cómo es la negociación con los campesinos?
“Los acuerdos con ellos son sencillos y de ahí parte ese nuevo emprendimiento social basado en alianzas y confianza, sin necesidad de abogados ni estructuras jurídicas. Por ejemplo, en Italia trabajamos con 600 de ellos en una cooperativa de reciclaje. Nos entregan todo el material que recuperan y con ellos compartimos el 50 % de las ganancias. No nos complicamos la vida. Este es el nuevo emprendimiento, construido con alianzas para hacer nuevos negocios en el mundo. Con ellos tenemos prioridades: agua, alimento, vivienda, energía, salud. Si tenemos esto, logramos paz y eso se aplica en cualquier parte del mundo”.
¿Este vínculo se convierte en fórmula para el posconflicto en Colombia?
“El verdadero conflicto es con la tierra, con el ecosistema. El problema no es la droga ni la guerrilla. No somos capaces de valorar el ecosistema tan increíble que tiene Colombia, tampoco la idea de respetar a los demás, a los que cuidan la tierra. Así se construye una verdadera paz, con o sin acuerdos. No podemos esperar a tener una firma en La Habana (Cuba) para que esto suceda, hay que hacerlo ya. El problema es que se queda corta la mentalidad de la gente”.
En este nuevo orden económico, ¿cuáles son las condiciones de la empresa del futuro?
“Es aquella que utiliza todo y no genera desechos, es aquella que no acepta el desempleo, se interesa por la naturaleza y le devuelve todo a ella. No es la empresa que reduce emisiones, ni aquella que tiene programas sociales. Es aquella que es capaz de generar riqueza con todo lo que tiene y lo comparte todo. Deja atrás el concepto de que lo realmente valioso es la generación de riqueza para unos pocos”.
¿Qué ejemplos puede brindar de industrias que aprovechan todo?
“Sabemos que a los mexicanos les gusta el aguacate y el guacamole. Antes se botaban a la basura la cáscara y la pepa. Pero en Monterrey (Estado de Nuevo León) se tiene una planta de producción que recoge 70.000 toneladas de pepa de aguacate al año. Las trituran, extraen el aceite y lo que queda con todos sus nutrientes, lo añaden a la masa de pan (3 % de pepa de aguacate) y ese es el nuevo negocio. Ya tenemos 23 frutas que podemos recuperar para mezclarlas con el pan. Es una manera de cuidar la tierra y generar empresa”.
Para lograr alcanzar ese nuevo modelo, ¿cuál es el país de referencia del que puede aprender Colombia?
“El país inspirador de todo este concepto es Bután (Asia). Decidieron que en su territorio no hay turismo para ver tigres. Para ellos, el tigre tiene derecho de caminar sin ser mirado, viviendo en plena felicidad. Por eso creo que es el país modelo. Este es el insumo que necesitamos para construir el nuevo modelo económico verdaderamente sostenible”.