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El 4 de julio de 2010, un nuevo integrante llegó a la familia de Marcela Laverde. Y aunque al principio ella no comprendía por qué su pequeña semilla era diferente, con el tiempo descubrió que le fue encargada una misión muy especial.
María José fue el nombre que le dieron a ese fruto del amor. Todo lo que gira entorno a ella parece fuera de lo convencional. Incluso, el nombre de su corregimiento natal, Pueblo Viejo, parece de fábula.
Le encanta colorear y hasta 2020 únicamente lo hacía para divertirse. Pero en plena pandemia personalizó una chaqueta que le habían regalado y su madre no sabía si era una conducta reprochable o si solo era una manifestación creativa.
Lo cierto es que ‘Majo’ quería que toda la familia tuviera una camiseta con sus dibujos y alguien les dijo que tenían entre las manos un producto con potencial para el mercado de la moda. Sus trazos simbolizan ese espíritu espontáneo de la niñez y no responden a la lógica de los adultos.
¿Cómo se puede clasificar el arte de ‘Majo’? ¿Será acaso surrealismo, abstraccionismo o pertenecerá a alguna otra corriente? Ese trabajo quedará para los críticos, pero su obra llamó la atención casi que inmediatamente. Y sin planearlo, meses después de haber personalizado esa costosa chaqueta sin permiso, estaba participando en una exhibición comunitaria.
Cuando asistió a su primera feria, ‘Majo’ tenía una colección de 150 dibujos que se imprimieron en camisetas de varios colores. Su poder de atracción provocaba que los curiosos se acercarán a su puesto y descubrió que disfrutaba compartir con los demás.
En uno de esos eventos, la familia tuvo una experiencia poco grata cuando algunas personas rumoraron que estaban sacando provecho del carisma de ‘Majo’ para lucrarse.
A Marcela se le rompió el corazón y desde entonces prefiere no tener mucha exposición pública para evitar esas indiscreciones. Además, ella argumenta que no hay nada más alejado de la realidad, pues la familia tiene una microempresa independiente y el único propósito de asistir a esos eventos es hacer feliz a la pequeña emprendedora.
Y es que la vida de ‘Majo’ cobra mucho más sentido en su cuarto, en donde guarda hojas de papel y muchos colores. En ese espacio nace todo el trabajo creativo que le da el valor agregado a su naciente empresa.
Su propuesta logró despertar interés y tras exhibir sus camisetas en muchas ferias, fue seleccionada para presentarse ante los inversionistas de Shark Tank Colombia, una oportunidad que muchos quisieran, pero pocos consiguen.
Marcela confesó que los minutos previos al encuentro fueron realmente tensionantes: iban a entrevistarse con cinco inversores que ya han creado compañías millonarias.
Apenas y se podía creer, estaban a punto de ingresar a una cámara reservada para empresarios que han batallado y se han ganado un lugar en ese escenario hostil que los economistas llaman “mercado”.
Al abrirse la puerta del ascensor que las llevó hasta los inversores, los trazos estaban adornando la habitación y, solo con verla, en los rostros parcos de esos expertos negociantes se dibujó una sonrisa complaciente.
Mientras tomaban apuntes, Marcela les habló de Ma’jo’s Art, nombre que lleva la empresa y les comentó que necesitaban una inversión cercana a los US$17.500 a cambio del 20% del emprendimiento.
Antes de hablar de negocios, los tiburones se pusieron las camisetas que les obsequiaron, que además tenían estampado el primer dibujo que María José hizo para poner en sus prendas.
Como si se tratara de un cuento, cada unos de esos personajes ofreció un regalo que, quizás, puede ser más valioso que el dinero en el largo plazo.
Tres de ellos ofrecieron una compra conjunta. Y luego, vino la mejor parte: asesoría en marketing digital, fotografías para realizar la labor publicitaria, encontrar al mejor maquilador para producir en serie y educación financiera para manejar correctamente los ingresos.
‘Majo’ lo logró, al menos el primer capítulo de sus historia como empresaria se cerró con un final feliz. Vienen muchos retos, pero Marcela ya descubrió cuál es el propósito de su semilla: “‘Majo’ nos enseña que no hay límites y que todo se puede”
Soy afortunado porque me gano la vida haciendo lo que amo. Fanático de la salsa brava y los timbales. Amo a mi familia.