Entre los hermanos, Óscar hace parte de nuestra familia. Se fue dando su pasarela periodística: entretenida, alegre, no enseñada en alguna aula de estudio. El Premio le llega ahora y en un momento exacto cuando la vida, después de ser un eficiente ejecutivo, lo preparó como ser humano.
Muchos premios han sido otorgados a valientes periodistas que se han debatido en los escenarios convulsivos de la historia de nuestro país. Aquí surge una pregunta: si cuando se den los premios a trabajos que no protagonicen guerras, ni conflictos donde quedan realzados los oscuros (estarán gozosos de su protagonismo) y se otorguen a trabajos de investigación seria, científica y responsable; a trabajos que realcen artistas, valores éticos, fortalezas de la patria, bellezas naturales, culturas autóctonas, cuidado de los mares y las tierras; ¿estaremos concibiendo una realidad diferente de nuestro país y del mundo?
Es difícil para muchos ciudadanos digerir a la hora del almuerzo o de la comida, tantas noticias desesperanzadoras y recuperarse para hacer acciones civiles, valientes. Otros deciden no ver noticias; estos últimos, tal vez están despertando o quieren despertar a la paz de la verdad y del bien. También la tierra sosegaría sus convulsiones por los actos de nosotros.
Por la Ley de las Atracciones y de la Física Cuántica que nos enseña que todo es energía; noticias de paz, de alegría, de buenas gestiones, de acciones inteligentes de los ciudadanos, de arte, de humor no vulgar ni grotesco; deberán saturar los medios de comunicación. Le daríamos el protagonismo al ciudadano de bien. Se difundirían aguas limpias: los niños y jóvenes tomarían de ellas.
Gracias al Círculo de Periodistas de Bogotá por darle este reconocimiento a Óscar.