Por María Bibiana Botero C.* - www.proantioquia.org.co
La instalación del Congreso lo presagió: tendremos un cuatrienio marcado por una alta dosis de símbolos, nuevas narrativas, formas, con una intención premeditada de mantener una agenda que incite a la opinión y a las reivindicaciones sociales.
Hemos visto también a un nuevo gobierno que tiene el cambio como bandera, como señal de esperanza, el cambio como promesa para gobernar, comunicar y ejercer el poder diferente: “Como presidente de Colombia le solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar, es una orden del mandato popular y de este mandatario”.
Y la espada llegó. El gran símbolo del Libertador, de su gesta por otorgarles la Independencia a las nuevas repúblicas, emocionó a los asistentes, quienes vivieron un acto con representaciones, emblemas, atuendos con color y significados; de reconocimiento a la diversidad, que se evidenció con la presencia de la guardia indígena, afros, mujeres, jóvenes, dignatarios, clase política tradicional y un largo etc.
La representatividad de cada colombiano importa. Es esencial y necesario ir más allá de la puesta en escena: pasar pronto del símbolo a la acción.
El presidente electo de Chile, Gabriel Boric, podría ser una muestra de eso. Comenzó su mandato, hace apenas seis meses, con euforia y simpatía, hoy registra una aprobación de 36 % —de acuerdo con Cadem, una de las firmas encuestadoras de ese país—.
Uno de los retos del nuevo gobierno será el de aterrizar con celeridad esos símbolos, llevarlos a la cotidianidad, a los hechos, al sentir de quienes se identificaron con las banderas del cambio. Las expectativas con las promesas de campaña son enormes: “no nos decepcionen”, señalaba un cartel sostenido por un joven en la Plaza de Bolívar.
El momento del activismo en redes y micrófonos cambió el pasado 7 de agosto. Desde ese día el gobierno tiene el mandato de hacer, cumplir, ejecutar, solucionar asuntos estructurales como el hambre, empleo, equidad, violencia, seguridad, transparencia en la gestión de los recursos públicos, posibilidades de participación, respeto por la democracia y las instituciones, cuidado del medioambiente. De eso se trata gobernar: construir confianza con certidumbre y coherencia. Implica hacer que las cosas pasen.
Desde el 7 de agosto este también es el gobierno de todos los colombianos que, desde la legalidad, con su trabajo, anhelos, creencias, tienen el deseo de caminar hacia un mejor país. Hombres y mujeres en orillas de pensamiento distintas, que no votaron por el proyecto político del presidente, deben ser incluidos. La fragmentación y estigmatización es peligrosa y exacerba la polarización.
Reconocer y edificar sobre lo que ha funcionado también será muestra de grandeza y humildad.
Mi papá me decía con lucidez: en este mundo cabemos todos. ¡Cuánta razón tenía! Cabemos todos desde la diferencia. Los cerca de 50 millones de colombianos esperamos, contribuiremos para que al país le vaya bien. Queremos y debemos ser tenidos en cuenta para participar, cuidar, aportar y construir en este cuatrienio que se avecina.
* Presidente ejecutiva de Proantioquia.