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La acción climática y ambiental es urgente; lo tienen claro las familias que viven en cada aguacero el temor a una inundación o a un deslizamiento que arrase sus viviendas y ponga en peligro de muerte a sus seres queridos.
Por Daniel Duque Velásquez - @danielduquev
En Medellín la lucha por la protección del medio ambiente y la adaptación al cambio climático se ha enfrentado a una serie de desafíos colosales, convirtiéndose en una batalla cuesta arriba que vamos perdiendo, ante unos funcionarios impávidos que no reaccionan como corresponde frente a este escenario de crisis.
La desfinanciación de la Secretaría de Medio Ambiente (SMA) representó un golpe demoledor sin precedentes. Proyectos cruciales, como el mantenimiento de quebradas o la consolidación del refugio de vida silvestre, se han visto gravemente aporreados por la falta de plata, dejando un vacío palpable en la protección de nuestros ecosistemas, materializándose en graves afectaciones a comunidades como El Pacífico, o El Paraíso, por mencionar solo algunas.
El panorama en el Departamento de Gestión del Riesgo (DAGRD) es igual o peor. Lo que debía ser la entidad clave para la adaptación al cambio climático, se ha visto envuelto en escándalos de “puestos corbata” y cuestionamientos de corrupción, minando la moral de quienes están dedicados a esta causa tan vital para el futuro de nuestra ciudad.
La priorización de recursos por parte del Área Metropolitana (AMVA) ha sido otra decepción. A pesar de contar con fondos considerables provenientes de la sobretasa ambiental para la conservación y la regeneración de nuestros ecosistemas, la mayoría de estos recursos se usan en grandes obras de infraestructura vial, lo que constituye un desacierto y un incumplimiento a la ley que no podemos ignorar. Además el deterioro del programa EnCicla, es un retroceso imperdonable.
La agenda ambiental y climática de Medellín ha quedado manchada por directores y secretarios sin idoneidad al frente de entidades cruciales, escándalos de corrupción que han carcomido la confianza ciudadana y un presupuesto insuficiente para la dimensión del reto que afrontamos.
El escenario es crítico. Todas estas instituciones requieren un gran liderazgo. Federico Gutiérrez nombrará alguien al frente de la SMA y el DAGRD en los próximos días, y ya anunció a la nueva directora del AMVA. La unión de estas entidades bajo un enfoque coordinado y estratégico podría ser la clave para revertir esta situación.
La SMA, el DAGRD, el AMVA y otros entes involucrados poseen el potencial necesario para crear un ecosistema colaborativo y efectivo que aborde de manera integral nuestros desafíos ambientales. Si se alinean esfuerzos, recursos y compromisos bajo una visión técnica y rigurosa, el impacto sería significativo. Ese compromiso debe materializarse en plata. Un presupuesto alto para estas entidades es prioritario.
La acción climática y ambiental es urgente; lo tienen claro las familias que viven en cada aguacero el temor a una inundación o a un deslizamiento que arrase sus viviendas y ponga en peligro de muerte a sus seres queridos; lo saben también las familias que tienen en sus hogares pacientes con enfermedades respiratorias crónicas, pues la mala calidad del aire empeora sus diagnósticos; lo saben quienes sufren día y noche las afectaciones del ruido que traen consecuencias en la salud mental; lo saben los campesinos que con la variabilidad climática pierden sus cosechas. La ciudad tiene la plata y el talento para enfrentar este reto, solo falta la voluntad política. Actuemos.