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Un Papa tejedor

hace 15 horas
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Por Aldo Civico - @acivico

La Iglesia se balancea siempre entre el peso de la tradición y la sed de lo nuevo. El 8 de mayo de 2025, cuando León XIV apareció en el balcón de San Pedro, algo quedó claro desde el primer instante: este Papa no viene a romper nada. Pero tampoco a quedarse quieto. Viene a tejer.

Tejer con los hilos tensos y a veces desgastados de tres papados gigantes: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Desde su primera palabra, se notó. León XIV habló de puentes. Habló de paz. Habló de unidad. Agradeció a Francisco por su voz “débil pero siempre valiente”. Esa frase sola puso la brújula. La Iglesia de salida, misionera, abierta. Exactamente la herencia bergogliana. Pero había más. La palabra puente es vieja en la historia reciente. Juan Pablo II la hizo carne. Lo vimos en su visita histórica a la sinagoga de Roma. Lo vimos cuando evitó la guerra entre Argentina y Chile en 1978. El énfasis en la paz, descrita por León XIV como “desarmada y desarmante”, también resuena con fuerza con la voz profética de Karol Wojtyła, que clamó por la paz en su incansable oposición a las guerras de Irak y a los conflictos de los Balcanes. León XIV sabe que esa herencia sigue viva. Y que sigue siendo urgente. Paz, diálogo, sin miedo.

Y, sin embargo, León XIV no se queda solo en la sonrisa. En su primera homilía en la Capilla Sixtina, su voz cambió de tono. Habló claro. Denunció el riesgo de reducir a Cristo a un “líder carismático”. Denunció un “ateísmo práctico” que infecta incluso a los bautizados. Ratzinger habría asentido con la cabeza. Es la misma batalla que Benedicto XVI libró desde su primera encíclica hasta su retiro: fe fuerte, fe sin diluir. El nuevo Papa avisa: la Iglesia no está aquí para entretener. Está para alumbrar las noches oscuras del mundo.

Los gestos hablaron solos. Zapatos negros, como Francisco. Báculo de Benedicto. Misa en latín, pero con dos mujeres proclamando la Palabra. Un equilibrio perfecto: respeto por la tradición, apertura sin miedo. ¿Y el alma de todo esto? Un nombre: Agustín. León XIV es agustino hasta la médula. “Con vosotros soy cristiano, para vosotros obispo.” Citó esa frase nada más empezar. La interioridad, la comunidad, la búsqueda incesante de Dios. Esa es su raíz. Una raíz que conecta la contemplación de Benedicto, la misión de Juan Pablo y la misericordia de Francisco en un solo tronco.

Este Papa no viene a improvisar. Su mensaje es simple y fuerte. La Iglesia necesita doctrina sólida. Necesita una liturgia con raíces. Pero también necesita bajar a la calle, escuchar, abrazar, acompañar. León XIV lo ha entendido. Lo está haciendo. No rompe. No repite. Teje. Y cuando se teje bien, las costuras resisten la tormenta. Este pontificado es nuevo. Pero ya se perfila como un puente entre mundos que muchos creían irreconciliables. La Iglesia está en camino y León XIV es la guía que camina al frente.

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