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En Medellín ya no es un secreto: los jefes criminales entran y salen de los procesos de paz como si fuera su propia oficina. Y, peor aún, algunos congresistas parecen tener más poder dentro de las cárceles que las mismas autoridades. El nombre que resalta es Isabel Zuleta, senadora, activista de discurso incendiario y, según ella misma, protagonista de la “Paz Urbana”. “La Quemona”, como la conocen desde que amenazó con “quemar” a sus rivales políticos. Y parece que lo está haciendo, pero a fuego lento... y en compañía de los peores personajes.
Zuleta no oculta su cercanía con las estructuras criminales de Medellín. ¿Bajo qué marco jurídico?
Gravísimo lo que ha confirmado Federico Gutiérrez: Isabel Zuleta habría intercedido para evitar la captura de alias “Yordi”, señalado como uno de los jefes de La Terraza, una de las estructuras criminales más violentas de Medellín. ¿Interceder para impedir la acción de la justicia?
Ahí está el famoso “Pacto por la Paz Urbana”, el nuevo y maquillado “Pacto de La Picota”, que quedó en evidencia durante el evento del 21 de junio.
Desde que se lanzó a la arena política, “La Quemona” ha cultivado un estilo confrontacional, rozando lo incendiario. En 2021 lo dejó claro: “A Fajardo lo quemamos, sigue Fico”, decía en tono amenazante, como si la política fuera una hoguera donde solo sobreviven los que se arrodillan ante su causa. Ahora, parece que esa misma causa la lleva a convertirse en líder de la “Mesa de Paz”... pero de la paz que le conviene a los criminales y no a las víctimas.
Los escándalos de “La Reina”, como le dicen de cariño los peores criminales condenados y detenidos en Itagüí, no terminan en las cárceles ni en las tarimas políticas. La exministra de Justicia, Ángela Buitrago, dejó en el aire una de las denuncias más delicadas: presiones directas, al parecer promovidas por la senadora, para modificar decisiones dentro del INPEC, remover funcionarios y, de paso, facilitar beneficios a los mismos criminales que hoy negocian en la llamada “Paz Urbana”. ¿Casualidad que la senadora Zuleta tenga un pie en el Congreso y otro en las penitenciarías? ¿Coincidencia que ahora pretendan incluso allanar el camino —como denunció la exministra Buitrago— para facilitar la exportación de precursores químicos usados en la producción de cocaína? ¿Esos son los acuerdos a los que están llegando?
La Resolución 138 de 2023, que supuestamente formaliza estos “diálogos sociojurídicos”, ha servido de cortina para que, según múltiples voces, se abran las puertas de las cárceles a toda clase de privilegios. En Medellín es un secreto a gritos: denuncias sobre listas VIP para visitas, ingreso de alimentos especiales, bebidas alcohólicas y lo que algunos llaman, sin tapujos, el ingreso de trabajadoras sexuales. Todo eso, según versiones que circulan, con la supuesta bendición de los que hoy se llenan la boca hablando de “Paz Urbana”.
“La Reina” de la cárcel de Itagüí, con su doble discurso, ha pasado de ser opositora radical de Hidroituango a terminar favorecida por los recursos que esos mismos proyectos generan.
Angélica Lozano la acusó de chuzadas y maniobras turbias. ¿Esto es lo que ha aprendido en la cárcel de Itagüí?
Isabel Zuleta se ha especializado en prender fuego, en incendiar el debate, en “quemar” a todo el que se le atraviese y en camuflar intereses oscuros tras la bandera de la paz. Senadora, cuando se juega con fuego, tarde o temprano, todo termina quemado.
