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Las predicciones dicen que en segunda vuelta —el 14 de diciembre— triunfará el candidato derechista que pase, junto con la candidata de izquierda.
Por Alejo Vargas Velásquez - vargasvelasquezalejo@gmail.com
El domingo 16 de noviembre se realiza la primera vuelta de las elecciones presidenciales chilenas —también se elige la Cámara de Diputados y la mitad del Senado—. Hay ocho candidatos presidenciales, incluida la candidata de la izquierda, Jeannette Jara, dirigente moderada del Partido Comunista chileno, que ganó la consulta entre los diversos candidatos de izquierda, los demás son candidatos de derecha y algunos de centro. Todas las predicciones dicen que no habrá ningún triunfador en primera vuelta y que muy seguramente ganará la primera vuelta la candidata comunista, que es la candidata de la coalición del gobierno, Frente Amplio, pero igualmente todas las predicciones dicen que en segunda vuelta —el 14 de diciembre— triunfará el candidato derechista que pase, junto con la candidata de izquierda —el más probable es José Antonio Kast del Partido Republicano o Evelyn Matthei de la Unión Demócrata Independiente, o Johannes Kaiser del Partido Nacional Libertario, en la línea del presidente argentino Milei—. Pero, hay que esperar los resultados, porque como sabemos en política, las cosas pueden cambiar mucho.
En Chile no es posible la reelección inmediata del presidente, pero sí se puede volver a presentar a un nuevo mandato, con un período de por medio —similar a como era en la Constitución de Colombia antes de la reforma de 1991—, por eso se ha dicho que en las elecciones de 2029 el presidente Boric volverá a aspirar.
Con esta elección podríamos decir se consolida la tendencia en Suramérica hacia gobiernos de centroderecha con Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Perú y ahí se sumaría Chile; queda pendiente los resultados del próximo año en las elecciones de Colombia y Brasil. Pero lo que hemos visto los últimos tiempos en la región es un viraje de una tendencia de centroizquierda a otra de centroderecha. Podríamos decir que la democracia más consolidada y estable, sin duda, es Uruguay donde tanto los gobiernos de centroizquierda del Frente Amplio se han alternado sin mayor dificultad con los gobiernos de centroderecha de Blancos y Colorados, en los demás países sigue la tendencia, si se quiere un poco autodestructiva, donde el gobierno que llega lo primero que hace es comenzar por desbaratar lo que han hecho los otros. Esto en política interna como en política exterior —recordemos lo hecho por los gobiernos de centro-derecha del decenio anterior acabando con UNASUR y el Consejo Suramericano de Defensa y creando una organización un poco ‘fantasmal’ llamada PROSUR—.
Todo esto plantea, es una reflexión colectiva acerca de si seremos capaces como sociedades de construir unas instituciones producto de grandes consensos y que no den pie a los distintos gobiernos a andar pensando es en reformarlas para adaptarlas a sus políticas. Si logramos eso podríamos pensar en que la alternación entre los distintos gobiernos se daría de manera tranquila, no debería generar grandes alteraciones y lo que cada gobierno se puede comprometer es a desarrollar sus políticas públicas con los énfasis que le quiere colocar a las mismas o que éstas tengan. En eso podemos decir que tenemos mucho que aprenderle a la democracia uruguaya y decir que sentimos la ausencia del gran Pepe Mujica.