Hace varios años recibí de un lector el mejor homenaje que pueda recibir un comunicador:
“Señor Tamayo, me dijo, hace mucho tiempo lo vengo leyendo, solo porque me gustan los cuentos con que empieza sus columnas, pero sin compartir sus opiniones políticas, que me parecían contrarias a mis creencias.
Hoy todavía lo sigo leyendo pero lo hago con gusto porque me parecen sus opiniones muy razonables y acertadas. No sé qué pasó. O usted cambió de pensamiento o lo hice yo, pero lo cierto es que leo con gusto sus columnas y mi posición está de acuerdo con lo que usted opina”.
Estos mensajes no son frecuentes. Muchas veces recibo reclamos e insultos. Pero esas manifestaciones en contra de mis opiniones son la demostración de que estoy llegando o alejándome...